Capítulo 4

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Capítulo 4



YoonGi miró el reloj. Era la quinta vez que lo hacía en dos minutos. Llevaba cerca de quince minutos esperando a NaSeol frente al bloque de InJae. Esta cena era importante, ¿dónde demonios se había metido?

Había sido muy claro con que debían estar a las ocho-cero-cero en la puerta para entrar juntos a la casa de los anfitriones. Pensaba que NaSeol lo había pillado. Había escuchado ese «seré puntual» perfectamente.

¿Cuál era el significado de la palabra «puntual» que ella tenía en su diccionario?

Harto, decidió caminar hasta la parada del autobús. Le llegó una llamada entrante de InJae, la segunda que le hacía, pero esta vez se vio obligado a responder y avisar de que llegarían más tarde. Si se hubiera atrevido a ignorarla, encima la enfadaría, y es lo último que quería. Así que se inventó que el tráfico estaba fatal a pesar de ser jueves y que el bus de NaSeol iba con retraso. Cuando colgó, chasqueó la lengua.

—Sabía que debí ir a buscarla —dijo para sus adentros. A pesar de que NaSeol viviera en la otra punta de la ciudad, no debió priorizar el gasto de gasolina, porque luego pasaba lo que pasaba.

En realidad, NaSeol no estaba demasiado lejos del bloque de NamJoon. Se había calculado los tiempos, pero ahora llegaba tarde porque el autobús había parado a un lado de la carretera y ella estaba discutiendo a grito pelado con un chico.

—¡Que les digo que me ha tocado el culo! —exclamaba rabiosa a los demás viajeros, con la mirada el conductor a través del espejo retrovisor. Habían detenido la marcha a poca distancia de su parada de destino, pero el autobusero aún no abría las puertas para expulsar a aquel sinvergüenza—. ¡Eres un maldito pervertido!

—¡Yo no la he tocado, lo juro! —manifestaba  el chico nervioso, mirando al resto. Alzó las manos a la altura de sus hombros—. ¡Se lo está inventando todo!

NaSeol abrió la boca impresionada y expulsó una carcajada carente de humor.

—¡No me invento nada! ¡Yo estaba aquí de pie y él ha estado pegándose a mí cada vez más desde que se ha subido! —explicaba, a cada segundo más roja y más furiosa. Sentía la vena de su cuello a punto de estallar—. ¡Le he repetido mil veces que se apartara, que estaba invadiendo mi espacio, y me ha ignorado completamente! ¡Y entonces me ha tocado el culo! ¡Me lo ha agarrado! ¡Échele del autobús!

Lo único que atisbaba a ver NaSeol era que la gente farfullaba, se quejaba por lo bajo que estaban retrasando el viaje o grababan con sus móviles la escena. Pero nadie, absolutamente nadie, se paraba para ayudarla o ponerse de su lado. Odiaba a los testigos silenciosos.

Encima, ella parecía la chiflada.

—¡No hay pruebas de que yo te haya tocado, maldita loca! —acusó el otro.

NaSeol sacó el móvil del bolso y rápidamente marcó al número de Emergencias.

—Se acabó. Voy a llamar a la policía.

—¡Ella ha sido quien me ha estado manoseando todo el viaje! —soltó de pronto el agresor—. ¡Lo juro! ¡Me he quitado y ella ha seguido tocándome ahí!

Los viajeros se llevaron la mano a la boca incapaces de contener el asombro. La cólera de NaSeol derramó el vaso. Su dedo se quedó a milímetros de pulsar el siguiente «uno» del número de Emergencias. La discusión continuó escalando en decibelios. A pesar de que estaba puesto el aire acondicionado, la cantidad de gente que había en el bus y su propio enfado habían aumentado la temperatura considerablemente. Se sentía agobiada, sin compañía y, para rematar, estaba llegando tarde a la cena.

The Closest Friend » YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora