The Closest Friend » Yoongi

Capítulo 22

Capítulo 22

NaSeol seguía de morros mientras hizo la maleta, mientras se acercaban a la estación de tren y durante todo el viaje hasta Seúl, pero su estado de ánimo cambió repentinamente cuando la recepcionista del hotel les enumeró las comodidades que ofrecía ser huésped de la suite presidencial y ser miembro de la SCN.

La suite era enorme y recargada con lujo, demasiado para el gusto de YoonGi, quien tan pronto entró en la que sería su casa por tres días, se acercó a la ventana para contemplar las vistas. Hacía un año entero que no pisaba Seúl y ser testigo de su habitual bullicio era, de alguna forma, energizante. Se sentía bien volver, y se sentiría mejor regresar con un Premio Hershkowitz bajo el ala.

De fondo, la boca de NaSeol solo era capaz de soltar expresiones como «wow», «alucinante», «increíble». Deambulaba de un lado a otro como una niña emocionada por descubrir un sitio nuevo. Estaba segura de que YoonGi era miembro VIP de la Sociedad si tenían esta pedazo de habitación.

—¡Madre mía! ¡Qué fuerte, hay bañera hidromasaje! ¡Y albornoces, y un montón de potingues que luego podemos robar! —Su voz se escuchaba amortiguada hasta que salió del baño—. Lámpara de araña, sofás tapizados de terciopelo, suelos de mármol, ¡un carrito con bebidas alcohólicas! ¡Wow! ¡Whiskey, ron, sake! ¿Son bebidas de cortesía o luego habrá que pagarlas?... ¡Dios, pero mira qué vistas, se ve toda Seúl! ¿Cuántos metros habrá de aquí al suelo?

NaSeol se colocó a su lado. Su rostro era pura emoción, y su sonrisa llegaba a los ojos. Debía de haberse olvidado completamente de Song y Kwon, quienes, en cierto modo, eran los causantes de que ella estuviera ahí.

—¿De verdad vamos a alojarnos aquí? —cuestionó alucinada.

—Las tarjetas han abierto la puerta, ¿no?

—Sí, pero... Me parece una pasada. Es mucho más grande que nuestro apartamento. Incluso tiene dos dormitorios.

—Lo sé —respondió él. Su voz había sonado más bajita—. Pero eso son buenas noticias. No tendremos que compartir cama. La verdad es que no dejas de moverte y ocupas mi espacio.

NaSeol se cruzó de brazos.

—¡Oye! ¡Hago lo que puedo por no moverme!

—Y roncas demasiado.

—¡Uso las tiritas nasales!

—Pues de nada sirven.

Se quedó boquiabierta, solo dos segundos antes de que el rubor empezara a teñir sus mejillas. Agachó la mirada casi tanto como sus ganas de agacharse y desaparecer en los confines del centro de la tierra. La risa de YoonGi, esa bonita carcajada, hizo que alzara la cabeza de inmediato.

—Era broma. Lo de los ronquidos, no lo de que no paras de moverte. Pero tener nuestro espacio nos vendrá... bien.

Para ser justos, YoonGi tenía razón. Necesitaban su espacio. La comodidad de pasearse por el dormitorio en ropa interior, sobre todo. NaSeol echaba de menos ir en bragas y sujetador, como hacía en su estudio, para así evitar morirse de calor. Desde que vivían juntos, y a pesar de haber ganado la confianza de dos compañeros de piso, todavía existían ciertos límites.