Capítulo 45

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Capítulo 45



Tuvieron que pasar cinco días hasta que NaSeol abrió los ojos. Cuando lo hizo, advirtió de las planchas cuadriculadas del techo y de las luces cegadoras de los alógenos. Su desorientación no duró demasiado. Reconocía las instalaciones del Tyeongnam. Los músculos de todo su cuerpo estaban entumecidos y su garganta profirió gemidos cansados.

En su breve letargo, las enfermeras y varios médicos le hicieron exhaustivas pruebas para ver si su mente y recuerdos se encontraban intactos. Y sí, lo estaban. Por fortuna o por desgracia, recordaba todos los acontecimientos previos a su accidente y lo único en lo que podía pensar era en la cantidad de cosas que le habían ocultado dos de las personas más importantes de su vida.

NamJoon se iba a divorciar y estaba enfermo. YoonGi, no falto de culpa, había besado a InJae y se lo había callado después de haberle dicho que la amaba y después de haber hecho de esas palabras un acto físico. La tristeza se le entremezclaba con la rabia. ¿Por qué ninguno de los dos había contado nada de sus respectivos asuntos? ¿Por qué había tenido que ser InJae la que le dijera todo? Eso le molestaba...

¿Estaría InJae bien? No podía engañarse; también estaba preocupada por ella.

Pensar demasiado en el sentimiento de traición no apaciguaba de ninguna forma el dolor físico que experimentaba en todo el cuerpo: su rostro, su pecho y su pierna rota. Los compañeros le habían dicho que necesitaría varias sesiones de rehabilitación, a la par que una baja laboral sin fecha de vuelta.

Pero estaba viva, y eso no era poco.

Era más que suficiente.

Tenía clara una cosa: en cuanto YoonGi entrara por esa puerta en busca de un encuentro por todo lo alto, iba a toparse con una NaSeol apática y distante. O eso fue lo que ella quiso. Lo que se imaginó que ocurriría. Pero sus deseos no pudieron ser concedidos y su parte emocional se apoderó de ella.

Después de un corazón en pausa, una rápida visita a la muerte y cinco días inconsciente, cuando YoonGi apareció por la puerta y sus miradas se encontraron, ella estalló en llanto y abrió los brazos para recibir el fuerte y poderoso abrazo de su marido, quien corrió derechito a su encuentro. Hundió su rostro entre los brazos de YoonGi y permaneció ahí todo el tiempo que quiso.

Llorando, llorando y llorando.

El olor de YoonGi le traía paz y seguridad. Él escondió su rostro en el hueco entre su hombro y su cuello e inhaló el aroma que aún prevalecía en ella. Abrazó cada espasmo, cada lágrima caída. NaSeol se había transformado en una niña pequeña que anhelaba, necesitaba y rogaba por cariño. Entonces se percató de que se enganchaba así a YoonGi no por felicidad, ni alivio, sino por miedo.

Y es que NaSeol había estado aterrada. Los recuerdos eran terroríficos, muy vívidos en su retina. Y si bien el sueño del acantilado era magnífico, no cubría ni una quinta parte de las pesadillas que había tenido estando dormida. Y es que daba igual qué casa, qué hierba alta, qué horizonte y qué mar cuando eran más imponentes y constantes las imágenes de un coche dado la vuelta, cristales, sangre escurriendo por su cara y gritos de agonía.

YoonGi la apretó contra él. Ahí estaba. Era real. Estaba viva. Solo podía suspirar aliviado y retener las lágrimas. Su amor estaba vivo así que su vida estaba completa de nuevo. Haría lo que estuviera en su mano para no volver a perderla nunca más. Porque lo había hecho. NaSeol había muerto. Su corazón dejó de latir y solo podía agradecer a sus compañeros por salvarla y traerla de vuelta.

The Closest Friend » YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora