Capítulo 3
En Neurología fueron un poco más discretos a la hora de darle la enhorabuena. Una celebración a la altura de Min YoonGi y su seria forma de ser. Para celebrarlo, el susodicho había comprado una caja con una docena de dónuts glaseados y espolvoreados con virutas de chocolate y cafés para desayunar todos juntos en la sala de descanso, aunque en esos momentos solo estaban él y dos compañeros más.
—Increíble que hayas conocido a una mujer que te aguante lo suficiente como para casarse contigo —se carcajeó el doctor Kwon.
Era un hombre a mitad de sus cincuenta, con el tinte negro del pelo combatiendo contra las canas que aparecían cada día en su melena. Tenía el mismo sentido del humor que un cuñado en la comida familiar y su risa acompañada siempre de una carrasposa tos demostraba que fumaba como un carretero.
Era un gran profesional, pero YoonGi no le aguantaba demasiado. Ni a él, ni al resto de su departamento.
Además, ya iba a por el tercer dónut. ¿Dejaría algo para los demás?
—Es esa personalidad de tipo duro que le encanta a las mujeres —corroboró otro viejales con los que trabajaba, el doctor Song. Jamás había entendido o disfrutado su habitual serenata de chistes anticuados, machistas y de politiqueos. Para rematar, se estaba comiendo su segundo dónut. ¿Qué parte no habían entendido de que había un maldito dónut por cabeza?—. Luego están las que son como mi mujer, que solo se fijan en dos cosas: en los ceros que tengas en el banco y lo bueno que seas en la cama.
Y ahí estaba el chiste.
—A mí me lo vas a contar —agregó Kwon con un deje cómico que ocultaba exasperación—. Escucha, hijo —se dirigió a YoonGi—, los primeros meses de matrimonio son geniales. Es novedoso, folláis como animales y todo es luz y color. ¡Si Dios me diera la posibilidad de volver atrás, me quedaría ahí estancado! Pero entonces viene el primer crío y, con él, todo el jaleo en la casa.
—Los gastos, el curro, los pañales... —continuaba Song—. Llegas cansado de trabajar y en casa te encuentras a la parienta, que te pega cuatro gritos, para rematar, porque has dejado los calcetines sucios tirados en el baño. Ah, y olvídate del sexo. A partir del segundo hijo, o te haces una paja en el baño o te vuelves adicto al porno.
El café empezaba a saberle amargo. Cómo odiaba a estos tipos. Le dio un sorbo al café —el suyo descafeinado, con tanta azúcar que casi lo podía ronchar con los dientes— y disfrutó del breve silencio que se hizo.
No duró demasiado, para su desgracia.
—¿No está tu mujer todo día energúmena? Ya no sé si es por la regla o por la menopausia, pero cada vez la soporto menos —negaba con la cabeza Kwon, metiéndose el último pedazo del tercer dónut. Extendiendo el brazo para coger la cuarta porción y con la boca llena, añadió—: Desde que los niños se han ido a la universidad y vivo solo con ella, siento que cada vez que piso mi casa estoy en el infierno.
—A la mía ahora le ha dado por decir que no hago nada en casa. ¡Pero, mujer, cómo te explico que estoy casi diez horas al día trabajando! No querrá que me ponga a fregar los cacharros nada más llegar. —Soltó un suspiro y se quejó aún más, esta vez mirando a YoonGi—. Hijo, las mujeres están todas locas. Antes de casarte, piensa si realmente estás tomando una buena decisión. Yo también creía que estaba locamente enamorado y mírame. Soy miserable.
—Dos años buenos no compensan una vida entera —susurró Kwon, como si hubieran llegado al punto de las confianzas y los consejos de los mayores—. Y si el sexo no vale la pena, entonces apaga y vámonos. ¿Qué tal es tu prometida en...?
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The Closest Friend » Yoongi
Fanfiction❝Casi toda vida he estado enamorada de la misma persona, pero eso no significa que lo estaré el resto de ella❞ Oh, el amor no correspondido..., ¿trágico, a que sí? Duele, apena y te hace suspirar en búsqueda de algo que nunca jamás llegará. Pero est...