Capítulo 30

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Capítulo 30



Se quedó una tarde maravillosa, con el sol empezando a caer. Lo contemplaba sentada en los escalones de madera que bajaban a la playa. Le proporcionaba calorcito y una sensación de paz. El único inconveniente era el viento, que agitaba desde hacía un rato. Eso solo significaba que, tarde o temprano, se pondría a llover.

—Vas totalmente despeinada —hizo saber YoonGi, saliendo del interior de la casita.

Iba con un bañador y una camisa corta de lino desabotonada, de manera que podían apreciar los tenues abdominales de su figura.

—Yo no tengo la culpa de que haya viento.

—NaSeol, llevas con esos pelos de loca desde que salimos de Incheon. 

—¡Es por el viento! —insistió con tono gruñón—. A Pocahontas se le queda el pelo todo divino incluso cuando se reboza en la tierra.

—Pocahontas es un dibujo animado.

—¿Sabías, don Listillo, que en realidad está basada en una historia real? Y no es nada bonita. No se parece a la de Disney.  —Le hizo un hueco a YoonGi para que se sentara a su lado en el escalón—. Tu sobrina me estuvo contando la historia real durante la boda. Deberían de ponerle un control parental a su tablet. Busca cosas no aptas para ella.

—Mejor que descubra que Pocahontas no terminó con John Smith en lugar de ver pornografía.

NaSeol chasqueó la lengua, dándole la razón.

—¿Qué lees? —YoonGi había traído consigo una novela. Se la entregó a NaSeol para que la viera por sí misma—. El Gran Gatsby. ¿De qué va?

—Ni idea, lo he visto en la estantería del dormitorio. —NaSeol se lo devolvió y él pasó el pulgar por el dorso de las páginas, pasándolas rápidamente—. Sé que hay una película de DiCaprio basada en este libro.

—Entonces es que es un buen libro.

—O le pagaron una millonada por hacer el papel —respondió—. En fin, le daré una oportunidad. Si me aburre, me echo la siesta.

Se escuchaba el ronroneo de las olas acariciando la arena de la costa, el graznar de las gaviotas y, de vez en cuando, los bostezos de YoonGi. Ella cerró los ojos y siguió disfrutando del silencio, del sol y del viento que seguía corriendo.

Tras unos minutos, YoonGi cerró el libro.

—Voy a echarme la siesta.

Se levantó. NaSeol quiso impedirlo. Le gustaba que estuviera dándole compañía y era de agradecer que no estuvieran discutiendo sobre ninguna nimiedad, como era habitual. Se apartó el pelo de cara —en serio, maldito viento, parecía un huracán— y puso un mechón de pelo tras la oreja. Le miró con un ojo cerrado con fuerza y el otro tratando de soportar el brillo del sol.

Con un empujoncito, le dijo:

—¿Por qué no te quedas conmigo y vemos juntos el atardecer?

Sin embargo, él le dedicó una mirada solemne, muda, y desapareció en el interior del apartamento.

Algo abochornada, pero incapaz de moverse, asumió que quedarse viendo al sol caer no era una actividad divertida en comparación con echarse una siesta. Se abrazó las piernas y apoyó su mentón sobre las rodillas.

The Closest Friend » YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora