Capítulo N° 39

1.2K 162 94
                                    


Hernán había estacionado la moto e ingresó en ese edificio hecho una bola de fuego, envuelto en furia. Subió por el ascensor con la respiración acelerada, y ni siquiera esa musiquita alegre pudo relajarlo un poco. Cuando llegó al piso al que se dirigía esquivó a la recepcionista y abrió con fuerza la puerta de vidrio esmerilado allí.

—¡¿Vos lo sabías?! —gritó.

Sebas volteó enseguida al oír la voz de Hernán, se sorprendió de verlo allí en su consultorio porque no era algo usual, menos aún tan temprano en la mañana.

—¿Hernán? ¿Pasó algo?

Hernán se acercó a él, tras el escritorio, y pese a la mirada desentendida de Sebas no dudó en lanzarle un fuerte puñetazo que le dio vuelta el rostro.

—¡¿Vos lo sabías?!

—¡¿De qué carajo me estás hablando?! ¡¿Qué mierda te pasa?!

Sin embargo Hernán comenzó a temblar y sus ojos se inundaron en lágrimas que, una a una, comenzaron a recorrer sus mejillas. Se veía tan destrozado, y sus gimoteos adoloridos eran tan desesperados, que Sebas solo lo abrazó. Lo sostuvo con fuerza para evitar que se deshiciera en pedazos.

—Hernán, ¿qué pasa? No entiendo nada, decime qué pasa así puedo ayudarte —le dijo con suavidad mientras le acariciaba el cabello castaño y ondeado.

—¡El hijo de puta de tu primo! —gritó con furia y le dio un empujón—. ¿Vos lo sabías, Sebas? No me mientas, por favor. Decime si vos lo sabías.

—Tranquilizate y explicame bien, mi primo es un pelotudo, pero si no me explicás no voy a saber de qué me estás hablando.

Hernán entonces le contó todo, y mientras lo hacía más lágrimas caían por su rostro y más furioso se veía, pero el rostro de Sebas iba mutando poco a poco. Primero fue sorpresa, luego incredulidad, luego fue tanto odio que incluso Hernán sintió un escalofrío al ver su mirada.

—¿Estás seguro que fue él?

Con sus manos temblorosas tomó su teléfono y le enseñó las fotos que había tomado la noche anterior, mientras explicaba cómo lo había llamado Marie, y la forma destrozada en que había encontrado a Bianca.

Sebastián se mantuvo en silencio con el rostro oscuro y en silencio, se oía su rechinar de dientes mientras miraba esas fotos. Cuando le devolvió el teléfono miró fijo a los ojos grises de Hernán y, pese a la furia que sentía, trató de hablarle con suavidad cuando lo tomó del rostro.

—¿Ella está bien?

—¿Cómo mierda creés que está? Ni siquiera quiere ver a Stef, me costó tres putos huevos que quisiera verme a mí, ni siquiera quiso desayunar.

—Escuchame —comenzó a decir y apoyó su frente en la de Hernán—, andá con ella, no la dejes sola. Vas a hablarle con suavidad, vas a escucharla sin alterarte, y cuando ella esté lista la vas a acompañar a denunciar.

—No, ella no quiere, dice que él...

—Confiá en mí y en Stefano, te aseguro que ni Stef ni yo vamos a pasar por alto esto. Y no, no sabía nada pero ahora... —respiró hondo para tranquilizarse—, pero ahora creo que entiendo muchas cosas, ahora todo cobra sentido.

—Si lo veo, lo voy a matar —dijo Hernán entre dientes.

—Por eso no voy a dejar que te lo cruces —dijo con suavidad y le hizo una caricia en el rostro—. Andá con Bianca, yo me voy a encargar de todo.

Hernán apretó la mandíbula con fuerza, hasta rechinar sus dientes.

—Prometeme que lo vas a hacer mierda.

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora