Stefano se encontraba parado frente a la casa de Hernán, estaba nervioso por lo que respiró hondo varias veces para darse fuerzas y tocar el timbre de una vez por todas. Se sentía estúpido por lo que estaba por hacer, pero aun así necesitaba de aquella dosis de realidad ácida y sabiduría que recibía cada vez que iba hacia allí. Pero cuando al fin de decidió y estaba por apoyar su dedo índice en el botón, la puerta se abrió y una bella mujer cuarentona lo observó desde allí.
—¿Stefano? —Nora le sonrió con sorpresa.
—Hola…
—Hernán está en la facultad y Bianca en la escuela, ¿necesitabas algo?
—En realidad… quería hablar con usted…
Nora hizo un gesto de confusión, pero le dirigió una sonrisa y cruzó ese pequeño jardín que tenía, abrió la pequeña puerta de rejas y dejó en la calle unas cajas llenas de botellas que había acumulado, y solo luego de cumplir con su tarea fue que lo hizo pasar.
Podía notar que Stefano se aclaraba la garganta mirando a su alrededor y ella no podía siquiera pensar en lo que él querría hablar con ella, no era la primera vez que buscaba hablarle, pero sí la primera en donde no se encontraba Hernán.
Le ofreció un café y lo hizo sentarse a la mesa en el comedor.
Stefano se sentía como un niño pequeño, encogido de hombros mientras miraba ese comedor hogareño, lleno de colores vivos, de anaranjados y tonos tierra. Plantas colgantes se lucían por sobre la ventana, y algún que otro adorno de porcelana se veía en estantes. Algunos cuadros, probablemente pintados por Alejandro, resaltaban en las coloridas paredes.
Luego de un silencio bastante incómodo entre ambos, ya que Nora prefería que Stefano tomara la palabra cuando se sintiera cómodo, le ofreció un poco de budín de pan. Bianca le había regalado ese gran y delicioso budín de pan para la cena y, como sabía que Stefano no se quedaría, quiso ofecerle un poco.
Él no supo si aceptar o no, no gustaba de las cosas dulces, pero terminó por aceptar por una cuestión de cortesía.Stefano la observó cortar las porciones, le parecía una mujer muy bella. Los rasgos de Nora eran duros, su rostro era algo cuadrado y con abundantes pómulos, lo que hacía parecer sus mejillas muy delgadas. Su nariz era fina y delicada, acompañando sus ojos grandes y de un tono gris apagado, con unas pestañas largas y arqueadas que le daban una mirada fuerte. No era ni muy delgada ni tampoco regordeta, era una mujer en sus cuarenta y tantos que había sido madre de dos, con senos prominentes y una barriga «de pura felicidad» según palabras de la propia Nora. Podía notarse bajo sus ojos una sombra, producto del cansancio continuo, así que Stefano supuso que en los últimos días no habría podido dormir y sintió el deseo de saber qué era lo que la atormentaba en las noches.
—¿Pasa algo, Stefano? —Nora lo miró con cierta confusión, pero él solo le sonrió.
—Solo pensaba que usted es muy bonita —admitió al observar su cabello castaño oscuro cayendo en rizos descuidados.
—Ay, Stefano, soy mucho más grande que vos, no me provoques —bromeó ella con una sonrisa pícara, haciendo que las mejillas de él se encendieran.
—No me malinterprete, podría ser mi madre… —corrió la mirada con cierta vergüenza.
—¿Qué edad tiene tu madre?
—Cuarenta y ocho.
—Uff, no. Cinco menos y tenés mi edad, ¡no la digas! —chilló y lo amenazó con su dedo índice, haciéndolo reír.
—¿Sabe…? —la miró fijamente, viendo que Nora se vestía como la típica ama de casa, con ropas simples, libre de maquillaje y un peinado sencillo para poder encargarse de los quehaceres—. Si me permitiera sacarle esa ropa, se vería mucho más bella… —Vio la sonrisa pícara que Nora le dirigió, lo que hacía notar sus hoyuelos en las mejillas. Stefano sintió su rostro arder por completo—. ¡No! ¡No de esa forma! Me refería… ya sabe, otras ropas…
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Muñequita [ #1 COMPLETA ]
General FictionSuperar los miedos y olvidar el pasado puede ser muy difícil, pero superar el miedo a las mujeres puede ser casi imposible... FECHA DE PUBLICACIÓN AÑO 2014