Stefano se encontraba bebiendo café junto a Nora, ubicados cómodamente en el comedor, mientras que ella tomaba mate sola. Desde que había visto a Lucía comenzó a sentirse confundido, más mareado que otras veces y el tacto con Bianca incluso comenzó a dificultarse mucho más. Había decidido alejarse un poco de ella, solo para no lastimarla más al rechazar su tacto.Estaba preocupado por ello, no queria herir ni a Bianca ni a Lucía, ni tampoco herirse a sí mismo. Hacía días que un hueco se había empezado a formar en su pecho, era una enredadera con espinas que se retorcía en él con cada pensamiento, y nada lograba llenarlo ni cubrir esa herida abierta. Solo la voz de Nora, tan amable con él, parecía ayudarle a sanar. Parecía espantar esa enredadera espinosa que laceraba su pecho.
—¡No sé qué hacer! —se quejó Stefano al apoyar su frente en la mesa, de manera brusca.
Suspiró incontables veces, sintiéndose más confundido que nunca en su vida. La angustia que había acumulado por días no dejaba de perseguirlo, lo atormentaba, e incluso le costaba formular palabras. De a ratos se convertía en esa enredadera espinosa, y de a ratos esta se escabullía.
Frente a él, Nora lo observaba con el rostro apoyado en su puño, con una maternal sonrisa en su rostro que hacía marcar sus hoyuelos. Le recordaba a ella años atrás, cuando no sabía si elegir a Guillermo, padre de Bianca, o si quedarse con Leonardo, su actual ex-esposo, quien al menos la amaba y buscaba hacerla feliz. Suspiró ante los recuerdos y meneó la cabeza para espantar algún pensamiento inapropiado. Sujetó entonces con su mano la manija de la pava, para no quemarse, y procedió luego a servir agua caliente en el mate. Cuando vio que el agua se había absorbido, le echó un poco más hasta que estuviera en el punto justo, para luego beberlo.
—Entiendo tu confusión y tus miedos, Stef. Pero pensalo de una forma, ¿no te parece injusto por Bianca? —lo miró, sorbiendo la bombilla del mate hasta hacer el ruidito típico—. Y no lo digo porque sea mi hija ni nada así, sino porque así lo veo. ¿No te parece injusto? Ella fue quien consiguió todo esto en vos, ella fue la que estuvo estos meses a tu lado, escuchándote y te ayudó a superar tus miedos más que cualquier otra muñequita. Gracias a Bianca podés soportar tacto femenino. No digo que la otra chica sea mala, pero ella regresa ahora que ya estás sanando…
—Lo sé, pero… es confuso todo esto. Lucía era… Yo la amaba, Nora —suspiró y clavó sus ojos verdes en los grises de ella—, ella era todo para mí, ¿entiende? Ella… no lo sé.
—¿Y Bianca?
—No quiero perderla, es demasiado importante para mí, quiero… Dios, estoy demasiado confundido —volvió a apoyar la frente en la mesa, soltando un suspiro resignado—. Me siento estúpido.
—Es entendible, tu primer amor y tu nuevo amor juntos, es un momento de confusión y mezcla de sentimientos. —Al oírla, Stefano levantó la vista enseguida, casi con desesperación, pero ella se rio ante ello—. Vamos, Stef, no me vengas con «solo me gustan», porque no te lo creés ni vos mismo. Te enamoraste de esa chica años atrás y hoy en día estás enamorado de Bianca.
—No es así
—¿Ah, no? Entonces decime, ¿por qué, si tenés a Lucía, dudás tanto el irte con ella? ¿Por qué te importaría si Bianca está o no, si solo es tu empleada? Estás enamorado, Stef.
—Basta, ¡no me está ayudando en nada! Me confunde más. —Stefano se refregó el rostro y dejó ir un suspiro molesto.
Nora se rio y cebó otro mate, el cual bebió con una tranquilidad que pareció incomodar a Stefano debido a sus nervios. Se quedaron en silencio por unos instantes, oyendo la música que sonaba desde la habitación de Hernán, parecía estar tocando la guitarra y su voz al cantar se oía triste.
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Muñequita [ #1 COMPLETA ]
Ficción GeneralSuperar los miedos y olvidar el pasado puede ser muy difícil, pero superar el miedo a las mujeres puede ser casi imposible... FECHA DE PUBLICACIÓN AÑO 2014