Capítulo N° 37

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Se habían preparado por separado, pues sabían muy bien que si se cambiaban en la misma habitación terminarían, nuevamente, en la cama. El solo pensamiento teñía sus mejillas, las de ambos, de un precioso rubor.

Sin embargo, mientras Bianca se maquillaba en su habitación allí en la casa de Stefano, oyó un golpeteo en la puerta que llamó su atención. Sabía que no era él, pues tenía otra forma de tocar la puerta. Dio entonces el permiso de entrada en lo alto mientras se colocaba rubor con una brocha, y sonrió al ver a Marie. Tenía su ropa de limpieza, pero a diferencia de su falda usual llevaba puesto un pantalón suelto beige y su cabello recogido en un rodete trenzado.

—¿Pasa algo, Marie?

—¿Vas a quedarte hoy? —le preguntó con los labios apretados.

—Seguramente, me gustaría abrazar a Stef al dormir —dijo Bianca con una sonrisa que se contagió en el rostro de Marie.

—Qué lindo —Sonrió, pero luego sus labios se volvieron una fina línea—. Pero podés decirle a Sebas que te lleve cuando se vaya, él siempre se va primero y puede dejarte en tu casa.

—Marie —Bianca dejó la brocha apoyada sobre el tocador y giró para verla, con el rostro serio—. Si pasa algo, decímelo.

—No pasa nada —suspiró, encogida de hombros—. Solo pensaba que, tal vez, si querés irte podía llevarte Sebas.

Bianca la miró fijo con los ojos entrecerrados, parecía analizar a la rubia muchacha allí que le esquivaba la mirada mientras se refregaba las manos. La miró de arriba hacia abajo, y luego nuevamente fijo a los ojos.

—Me voy a quedar con vos. Podemos dormir juntas, ¿te parece?

Marie asintió rápidamente con una sonrisa, luego se fue tan rápido como llegó, ya que debía ayudarle a su padre con todas las preparaciones para esa noche porque Ailén no estaría. Stefano le había dado vacaciones, y el orden estaba entonces en manos de Marie y Frank.

Cuando Bianca bajó las escaleras la recibieron las risas de esos hombres allí reunidos en el comedor, se habían repartido alrededor de la mesa y pudo ver a Stefano junto a Sebas, y frente a ellos estaban Braian y David bebiendo de sus copas. Sonaba una suave música de jazz, pero cuando ingresó allí sintió las intensas miradas que la escrutaban, y aunque pudo ser por su vestido blanco al cuerpo, Bianca estaba segura de que era desapruebo por su presencia. Por ese motivo solo se acercó a saludar con una sonrisa fingida. Extendió su mano de forma educada hacia Braian y David, aunque el segundo no disimuló su desagrado. Sin embargo a Sebas le dio un cariñoso beso en la mejilla y besó, a propósito, a Stefano en los labios.

—Estaré en la cocina para cualquier cosa que necesites —le dijo con una caricia en la mejilla.

—¿No te quedás a beber unos tragos? —preguntó Braian.

—Ella también tiene amigos, Brai, va a pasar la noche con Marie —dijo Sebas, con un tono de voz duro.

—No voy a estar en medio de su viril noche de testosterona —dijo Bianca con una sonrisa torcida e hizo a un lado un mechón de cabello—. Pero si se dan cuenta que son unos aburridos de mierda y necesitan verdadera diversión, saben dónde estoy.

Stefano se rió y le dio un beso en la mano antes de que ella se dirigiera hacia la cocina en busca de su amiga. Y aunque él y Sebas conversaron un poco sobre las dos muchachas, Braian y David se mantuvieron con el rostro serio hasta que el tema de conversación fue cambiado a uno de su interés.

En la cocina, Bianca ayudaba a Marie, aunque recibía los regaños de Frank por no quedarse quieta. Prepararon la cena en distintos platos que llevaron juntas hacia el comedor donde se encontraban los cuatro hombres, pero Bianca notó muy tensa a su amiga cerca de ellos. Luego regresaron enseguida a la cocina, donde se sirvieron su propia comida y se sentaron frente a la isla a disfrutar de la cena junto con Frank.

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora