Las últimas semanas Bianca había conversado mucho con su madrina por instagram, ninguna había ofrecido la posibilidad de pasarse el número de WhatsApp, tampoco nombraron en ningún momento a Guille o Andrea. Conversaban de sus días, se enviaban audios, a veces Claudia le mandaba dinero por Mercadopago para que Bianca pudiera comprarse algo.Guille la miraba siempre de lejos con una sonrisa feliz, porque Bianca estaba recuperando el brillo. Y aunque hacer terapia le había ayudado muchísimo, haber encontrado a su madrina y sanar ese hueco vacío le ayudó a sonreír más.
Bianca estaba haciendo una torta con mucho ánimo, estrenando los elementos de repostería que le regaló Hernán, mientras hablaba en llamada con su madrina. Con la manga pastelera hacía bonitos diseños en buttercream blanco.
—¿Te compraste algo con lo que te envié? Comprate algo bonito.
—No es necesario, en verdad tengo suficiente dinero ahorrado —dijo Bianca con una risita, porque tenía guardado en el banco todos sus sueldos, incluso los que Stefano continuó depositando y la liquidación.
—No me importa, guardate tu plata, mientras yo esté viva y vos me quieras en tu vida, no te va a faltar jamás nada.
Bianca sintió mucha angustia de repente. Ella siempre fue orgullosa, había rechazado las continuas ayudas monetarias del tío Leo cuando Guillermo se fue, y apenas aceptaba comer con Nora a veces, porque quería ser autosuficiente. Se preguntó entonces qué hubiera pasado si su madrina hubiera estado presente cuando ella tenía once años. ¿Habría pasado hambre igual? ¿Habría tenido que trabajar tanto? Ya había rechazado la ayuda de Leo y Nora, pero ¿habría rechazado a su madrina?
Tuvo que parpadear para eliminar las lágrimas que se acumularon en sus ojos. Nunca le había contado nada al respecto, no le habló de la violencia que había en la casa, del alcohol, del abandono, ni siquiera de la reciente violencia que ella había sufrido a manos de Braian. Tenía miedo de contarle esas cosas, más aún por teléfono.
—Madrina —dijo con voz angustiada—, hablamos hace semanas. ¿Puedo verte en algún momento?
—Claro, bombona, pensé que no querías verme.
—Te busqué un montón, cómo no voy a querer verte —dijo Bianca con una risita.
—Bueno, ¿cuándo te gustaría? Podemos ir a una cafetería, un bar, o a comer algo, ¿qué te parece?
—¡No! —chilló sin darse cuenta—. Perdón, no quise gritarte… Un lugar con mucha gente no, por favor.
Claudia se mantuvo en silencio por un instante.
—Está bien, si te animás podés venir a casa. Para que te sientas segura dejale tu ubicación al pelotudo de tu progenitor o a la señora que te dio a luz, esa hija de una gran trabajadora sexual.
Bianca apretó los labios para evitar reírse, porque era la primera vez que su madrina nombraba algo de sus padres, y parecía que ni sus nombres quería decir.
—¡Ay, pero no podés decir que soy yo! Bueno, ya tenés veinte, escapate. Pará, ¿puedo recomendar eso? No, ¿verdad? Bueno, escapate igual.
Bianca se rió con ánimo.
—Mi pelotudo progenitor ya sabe que hablo con vos, no le va a molestar.
—Bueno, yo te pago el Uber cuando quieras. Estoy de licencia así que voy a estar en casa estos días.
—Tengo un regalo para vos —dijo Bianca con una sonrisa que ella no podía ver mientras miraba la torta—. Puede ser mañana, pero no quiero molestarte.
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Muñequita [ #1 COMPLETA ]
Ficción GeneralSuperar los miedos y olvidar el pasado puede ser muy difícil, pero superar el miedo a las mujeres puede ser casi imposible... FECHA DE PUBLICACIÓN AÑO 2014