Capítulo N° 21 | parte 2

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Dedicado a Lluvioso_Corazon
Por hacerme reír tanto en comentarios, y por shippear todo lo que se mueve xD

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El auto recorría las calles oscuras con una música de rock progresivo, Van der Graaf Generator sonaba en el estéreo. Sebastián miraba por el espejo retrovisor a Matías allí atrás, con Hernán a su lado quien, en algún momento, terminó por recostarse y apoyar su cabeza en las piernas de Matías.

Sebastián aprovechaba los semáforos o pequeños descansos para mirar a ese chico por el espejo. Era claramente muy atractivo, y era claramente, también, muy cercano a la edad de Hernán. Así que se vio obligado a lanzar un suspiro resignado. Se sentía extraño.

—¿La pasaron bien? —se animó Sebastián a preguntarle.

Matías levantó la vista para verlo. Para él, Sebas era el hombre más sexy que había visto en la vida, y más que «Henry Cavill» comenzó a considerarlo un «Jason Momoa» por su tez y tipo de cuerpo. Se alegró de poder disfrutar semejante paisaje frente a él.

—Yo la pasé bien, Hernán creo que también, al menos hasta que... —se quedó en silencio, no estaba seguro de responder la pregunta con la verdad.

Sebas giró para verlo solo un segundo y continuó manejando hacia la casa de Matías.

—¿Hasta que, qué?

—Hasta que pensó en vos.

Sebas temía preguntar más y quedar como un celoso o posesivo, pero sentía una molestia clavada en su pecho y la incertidumbre de saber la verdad. Y esa molestia lo carcomió por dentro hasta que tomó el suficiente coraje de preguntar:

—¿Fueron juntos?

—No, ninguno sabía que el otro estaría ahí. Solo fue casualidad —explicó Matías con una sonrisa alegre, porque quería tranquilizar a Sebas—. Es más, ni siquiera fue Hernán quien me habló, fue Bianca y porque fuimos amigos. Bah, porque somos amigos.

Sebas no preguntó más al respecto, seguía con dudas, seguía sintiendo eso en su pecho. Esa sensación de ahogamiento, de estar perdido. Sentía la misma sensación que al estar en reuniones con su familia, retorciéndolo por dentro. Y aún así, con todo lo que sentía, no era capaz de odiar al chico sentado allí atrás.

Mirando por el espejo retrovisor vio cómo Matías acariciaba la cabeza de Hernán, parecía peinarlo con cariño o incluso rascarlo. Esa actitud sí molestó a Sebastián, que no dudó en decirle con molestia:

—¿Es necesario que lo toquetees?

—Está intranquilo. Duerme mejor si le acarician el pelo —explicó con tranquilidad—. Se lo hacía su mamá cuando era niño, lo relaja.

Sebastián suspiró, no notaba intensiones raras en Matías, y sin embargo lograba hacerlo sentir extraño. Se preguntó a sí mismo si acaso serían celos, si de verdad estaba celoso de Hernán, y se sintió estúpido por ello, porque él nunca se había considerado a sí mismo como alguien celoso.

—Es ahí —dijo Matías de repente. Señaló con su dedo una bonita casa de rejas blancas—. Esa es mi casa.

Sebastián entonces estacionó frente a la casa. Tenía las luces encendidas dentro, a pesar de la hora. Pensó que quizá lo estarían esperando.

—¿Puedo preguntarte algo? —dijo Sebas casi en un susurro.

Matías lo miró fijo, muchas posibles preguntas se cruzaron por su cabeza, se preguntó a sí mismo cual de todas ellas sería. Asintió como respuesta para oír a Sebastián.

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora