Capítulo N° 27

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Dedicado a GabrielleLisnoire12
Por ser de las primeras personas en confiar en esta historia <3

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Mientras que Guillermo colgaba la ropa en el fondo de la casa, Bianca pensaba cómo decirle que esa noche pensaba presentarle a Stefano. Estaba nerviosa, no por la reacción de su padre o siquiera por la de Stefano, sino porque era consciente de que ella se había portado mal con él los últimos días, y que más de una vez le borró la sonrisa del rostro con algún comentario agrio.

Bianca se dio cuenta que su resentimiento la estaba haciendo actuar igual a su madre, y eso era algo que no podía perdonárselo. No cuando su padre se estaba esforzando por sanar.

Cuando él ingresó de nuevo la encontró barriendo la sala de estar con la música de Roxette sonando allí.

—¿Qué querés almorzar, hija?

—Pensé que ibas a almorzar con Nora y Mela —dijo Bianca sin mirarlo, estaba concentrada en juntar el polvo en una pala.

—No, no quiero abusar de la confianza de Nora estando todo el día porái —respondió Guille con una sonrisa torcida—, voy a ir a la tarde a tomar unos mates nomás.

—Me gustaría cocinar yo, desde que estás acá casi no puedo hacerlo —Bianca dejó la pala y la escoba a un costado para poder verlo—, me gusta cocinar, pá.

Él la miró por un instante y luego sonrió.

—Está bien, hija. Perdón, me perdí tanto de tu vida que solo quería cuidarte —dijo y bajó la mirada, luego se animó a mirarla otra vez por un instante—. Cociná vos si eso te hace feliz.

Guillermo asintió con respeto y regresó a la cocina para poder poner la pava y así tomar unos mates, y Bianca fue tras él. Lo vio preparar los elementos para el mate de una manera muy diferente a la de ella, batía con ganas la yerba en el mate y lo colocaba de costado levemente, eso le sorprendió un poco pero no dijo nada sobre ello.

—Pá, no lo dije de mala manera, era solo para que supieras —aclaró Bianca.

—Está bien, hija, no lo tomé mal. Tranquila.

Bianca no agregó nada más, tomó un par de cebollas y comenzó a pelarlas para poder preparar el almuerzo. También colocó sobre la mesada unas zanahorias, morrón y zapallito verde. Y mientras que ella picaba la cebolla para poder dorarla en el wok, su padre tomaba mate amargo a la mesa.

Guillermo se entretuvo chateando con su prima, quien le había mandado una foto de su hijito Mateo, de cinco años. Sonrió al verlo y se le escapó un «aw, qué bonito» en voz alta que llamó la atención de Bianca.

—¿Estás saliendo con alguien? —se animó Bianca a preguntarle.

—¿Por qué todos me preguntan eso? —dijo con una risa divertida—. No, hija, soy felizmente divorciado y soltero.

—Te vi muy feliz con el celular, creí que tal vez...

—Hablaba con tu tía Ana, me envió una foto de su hijo —dijo con una sonrisa tierna y le enseñó la foto a Bianca—. Mirá qué bonito.

Bianca miró la foto mientras revolvía las cebollas y sonrió, luego comenzó a picar el resto de las verduras para poder agregarlas a las cebollas junto al ajo.

—¿Nunca quisiste un varón?

—No, siempre quise niñas, y tuve la suerte de tener dos.

—¿Por qué? Creí que querrías al menos uno, la mayoría quiere formar la parejita —dijo Bianca sin mirarlo, seguía concentrada en picar verduras e ir agregándolas al fuego.

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora