Capítulo N°13

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  • Dedicado a Diego, el amor de mi vida.
                                    

Dedicado a esos hermosos lectores que esperaron siempre con paciencia y que, además, siempre recomiendan mis historias en grupos de Facebook o a sus amigos <3 Los amo.

Capítulo N° 13

—¡NO ME VAN A SACAR DE ACÁ, PRIMERO TIENEN QUE MATARME, HIJOS DE PUTA!

Gritaba Bianca llena de odio, quien intentaba golpear a la mujer que tenía delante. A su vez, Hernán la sujetaba de atrás para evitar más problemas, sin embargo tranquilizar a Bianca era todo un reto. Jamás en su vida la había visto tan furiosa, tan destrozada; y sabía que si llegaba a soltarla, Bianca terminaría en una cárcel, porque sin dudas asesinaría a esa mujer de mirada fría que parecía reírse de ella.

Frente a ellos se encontraba una mujer de unos cuarenta y tantos, sonreía con satisfacción mientras peinaba su cabello de una forma glamorosa y, a su vez, algo seductora.

—Tienen una semana para dejar la casa, ya que pronto tendremos un comprador.

—¡Y vos tenés una semana para buscar un buen ataúd, hija de re mil puta! —chilló Bianca al sacudirse de Hernán—. ¡Soltame, forro!

—Si te suelto vas a empeorar las cosas. Sólo tranquilizate, ya lo vamos a resolver.

Los ojos de Bianca estaban llenos de lágrimas de dolor, ira e impotencia. Miraba con completo desprecio a esa mujer de bonito cuerpo a pesar de su edad, incluso sus ojos miel rodeados de maquillaje negro. Su rostro era anguloso y su nariz algo ganchuda, pero de una forma extraña le sentaba bien.

Era de baja estatura y se vestía como quinceañera, haciendo que Bianca sintiera el deseo de escupirle el rostro.

—Hernán, creciste mucho, te ves realmente bien.

La mujer le sonrió al muchacho y se concentró en sus ojos grises con una leve tonalidad celeste. Sus rasgos eran muy bellos y varoniles, y su sonrisa era demasiado seductora, que quedaba realmente bien junto a su cuerpo en forma debido al fútbol y ejercicio diario. Y aunque tenía muchos rasgos similares a los de su madre, también podía notar que tenía mucho parecido con su padre.

—¿Cómo está tu madre?

—Deseando que a usted le dé sífilis.

—Envidiosa como siempre.

La mujer se rio y meneó su cabeza, para luego extenderle otra vez la hoja que Bianca le había ido a revolear a su casa. Luego le guiñó un ojo a Hernán de forma seductora, le parecía un chico muy atractivo e incluso se preguntó si acaso saldría con Bianca, pero Hernán no se sintió para nada halagado con ello, llegó a sentir un escalofrío que lo puso realmente incómodo y no desapareció hasta que ella se alejó de ahí, subiéndose a un auto de apariencia costosa. Allí la esperaba un joven hombre vestido de traje, muy atractivo, y los dos muchachos supusieron que se trataba de su actual novio.

Hernán esperó a que el auto arrancara para soltar a Bianca, quien enseguida lo golpeó en el pecho repetidas veces llena de dolor, lo culpaba por no permitirle golpearla. Él soportó aquellos golpes en silencio, estaba dispuesto a ser su saco de golpear ese día, al menos si eso podría serle de utilidad para no llorar más. Luego la abrazó con fuerza, sin saber qué decir o hacer para tranquilizarla, solo la abrazó y susurró en su oído que todo estaría bien, que él no permitiría que ella se quedara en la calle.

Bianca lloraba y pateaba todo, lanzando miles de insultos al aire. Su rostro se encontraba rojo de ira y sus venas se marcaban en su cuello e incluso frente, y su sangre parecía incluso burbujear de tanto odio en ella. Por ello, Hernán intentaba tranquilizarla, temía que le subiera la presión o le pasara algo malo. Sin embargo, luego de un rato se tranquilizó y dejó de amenazar al aire, solo se sentó a la mesa leyendo la carta de documento con la intimación de desalojo. Esa carta de documento que ella misma había ido a arrojarle al rostro a su madre.

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora