Capítulo Nº 6 | parte 2

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Dedicado a Thamma, y a todos aquellos que han tenido que
trabajar desde niños para poder comer.

Los admiro muchísimo.


Melanie se tensó al oírlo preguntar por sus padres, dejó caer un plato por el temblar incontrolable de sus manos, el cual se destrozó en el suelo. Y, lentamente, se agachó para recoger los trozos de vidrio, sin embargo Bianca le ganó en velocidad. Le repitió que no sucedía nada, que fuera a descansar, la cena había finalizado bien.

Ambas tenían un gran nudo en su garganta y un fuerte malestar comenzó a presionarlas en la boca del estómago.

—Ellos... no están —respondió Melanie con una sonrisa triste, entonces comenzó a refregarse el cuello con cierto nerviosismo—. Simplemente no están...

—Están trabajando —acotó Bianca con una falsa sonrisa mientras ayudaba a su hermana a ponerse de pie—. Está bien, Mela, andá a descansar...

—Necesito... lo necesito...

Melanie comenzó a refregarse el cuerpo con nervios, había hecho su mejor esfuerzo por comportarse como una digna hermana mayor, como alguien incapaz de avergonzar a su hermanita, pero estaba en su límite y solo esa pregunta, solo esa pequeña y sencilla pregunta, bastaba para destruirla en pedazos y desarmar por completo el falso rompecabezas de persona sana y normal. Comenzó a sentir la fuerte necesidad de beber, de beber para olvidar, porque los recuerdos comenzaban a golpearla en la mente y necesitaba borrarlos con urgencia.

—Vamos, Mela, vamos a la cama, ¿sí? —insistió Bianca al intentar moverla.

—Lo siento, yo no... No pensé... —Stefano las miró con pena, se percató de su error al preguntar algo indebido y deseó regresar el tiempo atrás.

—No te preocupes, no es nada —dijo Bianca con una sonrisa—. Vamos Mela, vamos a dormir, ¿sí? No pasa nada.

—Ellos no están... No están... —Melanie sacudió su cabellera al sentir cómo las lágrimas se acumulaban en sus ojos—, y es mi culpa...

—No, no lo es, Mela, vamos a dormir, ¿sí? —Bianca intentó sujetarla para llevarla a descansar, pero Melanie la hizo a un lado de un empujón.

—¡Sí lo es! Por eso... ellos me odian, vos también me odiás... Todos... ¡Todos me odian!

Las lágrimas comenzaron a resbalar por su rostro como si de una cascada imparable se tratase, y aunque Bianca intentó tranquilizarla y llevarla a la habitación, fueron vanos intentos. Cuando los pensamientos de Melanie dominaban su mente, nada podía quitarle esas ideas, lo único que en verdad la tranquilizaba era beber, porque lo necesitaba para estar bien, para vivir, para respirar, para seguir adelante.

Bianca se vio obligada a prácticamente arrastrar a su hermana, quien lloraba y gritaba, se rascaba el cuerpo lastimándose por los nervios y por la abstinencia de alcohol. Stefano no sabía qué decir o qué hacer, solo las pudo observar desde lejos, comprender que había algo mal allí y no eran ellas, no era siquiera culpa de ellas. Pudo entender por qué Bianca ansiaba y aspiraba tanto a una familia feliz y estable, y se arrepintió de haber preguntado algo tan doloroso para ellas.

Bianca logró llevar a Melanie a la habitación, pero esta la echó de un empujón y se encerró en ella, dejando a su hermana fuera, quien golpeaba la puerta con desesperación con miedo a lo que ella podría hacer.

—¡Me lo prometiste, Mela! ¡Me lo prometiste! —chilló Bianca al golpear la puerta, con la angustia atormentándola en la garganta—. ¡No me hagas esto!

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora