Capítulo N° 51 | FINAL

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Luego de que Hernán había aceptado ir a vivir con Sebas, habiendo hablado al respecto ya con sus padres, Alejandro y Stefano le habían ayudado con la mudanza. Hernán no tenía demasiadas pertenencias pero sí muchos libros, por lo que Sebas agregó una biblioteca más en la sala de estar.

Nora y Leo habían estado felices de oír que su hijo se iría a vivir con su pareja, aunque ambos lloraron porque su bebé ya era un hombre adulto e independiente. Y aunque Hernán le pidió a su padre que ya no le enviara dinero, sino que este lo aprovechara en su hermanita, Leo se negó a hacerlo diciendo que tenía tres hijos. Pese a que Alejandro ya tenía veintisiete años, él seguía pasándole dinero, al igual con Hernán. Y junto con Nora continuaban pagando la universidad de su hijo menor, pues sentían que era su responsabilidad y no la de Sebas.

Luego de que Hernán se mudó, Nora fue a vivir junto a Bianca y Guillermo, y puso su casa en alquiler para tener un ingreso extra que ayudara a sus hijos.

Habían pasado ya unos meses, y estaban cerca de las fiestas otra vez. Bianca había finalizado de dar sus exámenes finales y por fin podía relajarse. Le gustaba ir hacia la cocina y encontrar allí a Nora, y mucho más le gustaba verla besarse con su padre, o ver lo cariñosos que eran el uno con el otro. Era algo que había soñado y deseado desde que era niña, porque siempre consideró a Nora más su madre que a su propia madre.

—¿Te sentís mejor? —le preguntó Nora con una sonrisa al verla servirse un vaso de agua—. Te había bajado la presión muy feo.

—No me mires así que no estoy preñada —se rió al ver la decepción en su rostro—. Hace mucho calor y estuve estudiando mucho para los finales.

—Dios, todos mis hijos se ataron las trompas y el pito para no tener hijos, no puede ser —suspiró Nora y sorbió la bombilla de su mate—. Supongo que me toca conformarme con Isa las veces que venga Leo.

Bianca se sentó frente a ella para tomar mate, aunque en un principio Nora dudó si darle o no por el calor, pero como el aire acondicionado daba una temperatura agradable en el interior decidió extenderle un mate.

—¿Cómo te sentís acá en casa? ¿Estás cómoda? —le preguntó Bianca con curiosidad.

—Me siento más cómoda que en mi casa, ahí a donde miraba recordaba algo horrible —suspiró—. Cuando tu papá y yo éramos adolescentes siempre decíamos que viviríamos juntos. Sus tíos le iban a dar las llaves de esta casa cuando cumpliera dieciocho, y yo obviamente iba a venir con él.

—Pero apareció mi vieja…

—Sí, bueno, una hija de puta pero de no ser por ella no te tendríamos a vos, ni a Mela —dijo con una sonrisa cariñosa—. Pero sí, estoy cómoda. A veces se siente raro porque me acostumbré a vivir con Hernán, que él no esté es… distinto.

—¿Y qué se siente vivir junto a mi papá?

Nora sonrió mientras preparaba un nuevo mate, con sus mejillas algo encendidas, lo que le daba un aspecto adorable.

—Es lo que siempre soñé, y tu papá es un gran compañero. A veces tengo que pedirle que ya no sea tan servicial, que me gusta hacer cosas en casa —dijo con una risita—. Él demuestra amor con actos de servicio, pero a mí también me gusta hacer cositas.

—Ay, yo no sé si podría vivir con alguien. Apenas me soporto a mí misma. Debe ser raro.

—Es raro al principio, pero también es bonito.

Tomaron mate juntas mientras conversaban, y luego llegó Guille de la calle con bolsas de compras. Había ido a una reunión con Stefano, quien no permitió que su suegro contratara a otro arquitecto –y mucho menos que pagara–. Saludó con un beso en la frente a Bianca y uno en los labios a Nora.

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora