EPÍLOGO

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Dedicado a mi querida amiga ZelaBrambille
Lamento con toda mi alma no haber terminado esta historia a tiempo, años atrás. Lamento no haber aprovechado los momentos en que estabas, porque de haberlo sabido no habría dejado pasar ni un solo minuto.

Espero este final sea lo que siempre esperaste, y espero que desde el hermoso lugar donde estás puedas disfrutarlo. Te quiero mucho y siempre te voy a llevar en mi corazón, y en cada palabra de esta historia que termino solo por vos. Porque fuiste la primera persona a quien le conté el final.

Te llevo conmigo siempre, Jenny.
El cactus mamá.

~ • ~

Acababa de finalizar de dar una clase. Los alumnos la despedían con alegría, pues Bianca era la profesora favorita de varios de ellos. Se despidió de sus compañeros de trabajo antes de salir de la escuela secundaria donde ella había estudiado. Era imposible no sonreír al ver cada rincón, o ver alumnos revoltosos que se asemejaban tanto a ella y Luciano cuando estudiaban juntos.

Se subió a su auto y manejó con tranquilidad hasta el jardín de infantes donde asistía su hijo Santino. A veces lo retiraba Stefano, pero había días más tranquilos donde Bianca podía darse el gusto de pasar a buscar a su pequeño.

En el camino vio a Luciano fumar en la vereda frente a la puerta de su local de tatuajes, el más popular de la zona por especializarse en cómic y animé.

—¡Eaaa, potro! ¿Cuánto por ese culito? —le gritó desde el auto.

—¡Para vos nada, mi vida! —respondió él con una risita—. ¡Pasate mañana por casa, voy a hacer lasagna!

—¿Te lo pidió tu mujer? —dijo con una sonrisa pícara.

—¡Obvio! Lo que Marie me pida yo se lo doy —dijo con una sonrisa—. ¿Vienen?

—¡Pero por supuesto, querido!

Luciano se rió e hizo atrás su cabello teñido de negro, arrojó el cigarrillo ya consumido al suelo para poder apagarlo con su bota a cordones. Se acercó entonces hacia el auto solo para poder darle un beso en la mejilla a Bianca, y ella tocó la bocina como saludo antes de alejarse.

Ver a su amigo le alegró mucho más el día, y reanudó el viaje hacia ese jardín de infantes privado y de élite, donde antes había ido Brianna. Bianca había preferido que su hijo fuera a un jardín público, pero Stefano temía que por ser de una familia adinerada no tuviera la suficiente seguridad para resguardarlo, en caso de ser necesario.

—¡Mami! —dijo Santino al abrazarla con fuerza.

Lo alzó en sus brazos con alegría para poder llenarlo de besos, lo que siempre lo hacía reír porque le daba cosquillas. El sonido de su risa siempre emocionaba a Bianca, que le parecía el sonido más hermoso y perfecto del mundo.

Luego de acomodarlo en su sillita de seguridad, viajaron en el auto hasta la casa.

—¿Qué tal estuvo tu día, San? ¿Querés contarme algo? —le preguntó mientras manejaba—. Hoy mamá tuvo mucho trabajo, ¿sabías?

—Hicimos dibujos, y la seño me enseñó a cotar. ¡Mirá! Uno, dos, cuato, tés, dos —dijo al mostrar sus deditos.

—¡Muy bien, bebé! Vamos a seguir practicando cuando llegue papi.

—Mami, ¿po’ qué no tengo hemanito? —preguntó con un puchero.

—¿Un hermanito? ¿Tus amiguitos tienen hermanitos?

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora