Capítulo N° 11

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—Es hora de avanzar, ¿no lo creés así, Bianca? —dijo Stefano al acercarse a ella con una sonrisa que le erizaba la piel

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—Es hora de avanzar, ¿no lo creés así, Bianca? —dijo Stefano al acercarse a ella con una sonrisa que le erizaba la piel.

—¿Qué...?

Bianca se alejó de él, sorprendida por tenerlo tan cerca. No quería que se esforzara demasiado y mucho menos deseaba incomodarlo hasta el punto de hacerlo entrar en pánico. Se alejó de él para ayudarlo, sin embargo Stefano, con esa sonrisa seductora y esa mirada que la estremecía, se acercó más como si no le molestara aquella cercanía.

—Stefano, no creo que sea correcto, no sé si estés listo para esto y... —tartamudeó Bianca y se alejó más.

—Oh, siempre decís que debo avanzar y ahora que quiero hacerlo, ¿te alejás?

Stefano la tomó de una mano, como si no temiera a nada, como si todo aquello de la fobia hubiese desaparecido en ese preciso instante en que tocó a Bianca. La sujetó con fuerza y con su pulgar acarició suavemente la muñeca de ella, quería demostrarle que era capaz de soportar ese tacto, que ahora, gracias a ella, era capaz de tocarla. Bianca no pudo ocultar su alegría al sentir la calidez de su mano, por primera vez lo había tocado, por primera vez había sentido la suavidad de su mano.

Ambos se rieron con alegría y algo de nervios por ese tacto tan ansiado y desconocido para ambos, pero Bianca se sorprendió en el momento en que él llevó su mano –algo temblorosa– hacia su rostro con una sonrisa tímida, más se sorprendió al punto de quedar sin habla cuando no dudó en tomarla del rostro para poder besarla. Su corazón latía a mil por hora por culpa de los nervios y la ansiedad, ella no sabía cómo reaccionar, sentía una mezcla de miedo y felicidad, miedo a lo desconocido y felicidad por, por fin, poder disfrutar del sabor de sus labios. Sus labios eran cálidos y su dulce e inexperto beso lograba arrebatarle la consciencia.

—Hacía mucho que quería hacerlo... —susurró Stefano luego de alejarse para poder apoyar su frente en la de ella.

Ella solo pudo mirarlo en silencio, con la sorpresa gravada en su rostro. Sus labios, que tentaban nuevamente a Stefano, se curvaron en una sonrisa llena de emoción, la cual se contagió a sus ojos iluminados. Bianca sabía que eso en realidad estaba prohibido, pero no pudo evitar colgarse de su cuello para volver a besarlo y volver a sentir el sabor de sus labios, incluso se animó a rozar su lengua con la de él, y sonrió en medio del beso cuando se percató de que Stefano –lleno de sorpresa y ansiedad– pareció sentirse extrañamente gustoso por ello.

Ninguno supo cómo fue que terminaron así, no recordaban el momento en que llegaron a esa habitación, menos aún cómo fue que se desnudaron para disfrutar de ver al otro sin sus ropas. No supieron cómo terminaron en la cama de Stefano, solo sabían que deseaban seguir besándose de esa forma porque tenían la necesidad de rozar, acariciar y sentir al otro, con su piel erizada y su respiración agitada.

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora