Era domingo por la tarde, el viento soplaba fuerte pero parecía que ya no llovería, así que Bianca aprovechaba ese viento para secar la ropa que acababa de lavar, mientras que en su habitación se encontraban Hernán y Sebastián, aclarando su situación sentimental.Ambos se encontraban recostados en la cama de Bianca, se besaban y recorrían sus cuerpos con las manos, acariciándose con una mezcla de cariño y pasión, pero Hernán quería más que solo besos y caricias, estaba casi encima de Sebastián y sabía muy bien que él estaba igual de excitado. Le acariciaba el pecho por dentro de la ropa, recorría los marcados abdominales de Sebas con sus dedos, pero cada vez que quería bajar más, Sebas se tensaba. Hernán terminó por rendirse y recostarse a un costado con un suspiro decepcionado.
Llevaban unas semanas así, yendo y viniendo, sin que nada avanzara. No eran novios, no eran amantes ya que no tenían sexo, solo eran amigos que se besaban de vez en cuando y eso confundía a Hernán.Sebas podía sentir la frustración en Hernán, podía verlo de reojo, la forma en que su pecho se levantaba por la respiración acelerada, más probable por el odio que por la tristeza. Lo miró de perfil, Hernán tenía un bello perfil, su rostro era algo cuadrado y su nariz era delicada, combinando de forma perfecta con sus largas pestañas. Le acarició el cabello apenas largo y castaño claro, con algunas ondulaciones, y Hernán giró para verlo. Lo miraba con tristeza, se sentía decepcionado y quizás algo usado.
—Lo lamento… —susurró Sebas sin dejar de acariciarle el cabello.
—Es que… me molesta no saber qué mierda somos, yo te gusto ¡y sé que te gusto! Pero no querés nada conmigo.
—Esto es muy difícil para mí…
—¡No es tan difícil! Si te gusto, listo, salimos, somos amantes o novios o qué se yo, compas, pero no nada, no esto, ¿qué es esto? Me siento regresar a Jardín de Infantes, beso por acá y beso por allá, tomados de la manito y nada más.
—Hernán, esto es demasiado difícil para mí, lo sabés. Yo… Dios, en verdad me gustás pero… es muy difícil —Sebastián corrió la mirada, se dedicó a observar el techo, donde algunas manchas de humedad se notaban allí.
El silencio los invadió por largos minutos, Hernán no tenía deseos de mirarlo o hablarle, se sentía demasiado confundido, una mezcla de sentimientos entre odio, decepción y tristeza. Varios sentimientos lo estaban acosando y sentía que no soportaría esa situación por mucho tiempo más. Nunca fue un chico al que alguien rechazara o con el que jugaran, más bien siempre había sido él quien rechazaba o jugaba con los demás. Ahora comprendía el daño que le había hecho a tantas chicas y a algún que otro chico.
Sebas suspiró, se sentía extraño, hacía solo unas semanas que había admitido su bisexualidad, apenas se animaba a decirlo en voz alta y el único amigo que lo sabía era Stefano. Sabía que le gustaba Hernán y mucho más que cualquier otra persona, hablaban todo el tiempo e incluso llegó un punto en que era casi una necesidad mutua el tener que hablarse y, si no lo hacían, se sentían demasiado extraños, con un cierto vacío en el pecho. Cada uno conocía los gustos del otro, desde libros y películas hasta cosas de la vida. Sebastián conocía a la perfección el gusto de Hernán por el fútbol, y él a su vez conocía el gusto de Sebas por las artes marciales.
—¿Cómo fue cuando te diste cuenta? —susurró Sebas casi en un suspiro.
Hernán lo miró por unos instantes, clavando sus ojos grises en los negros de Sebas. Suspiró rascándose la cabeza, podía recordarlo a la perfección, así que luego de un incómodo silencio entre ambos decidió contárselo. Quizás eso le ayudaría a dar un paso adelante y hacer que la extraña relación que llevaban tuviera un verdadero nombre.
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Muñequita [ #1 COMPLETA ]
General FictionSuperar los miedos y olvidar el pasado puede ser muy difícil, pero superar el miedo a las mujeres puede ser casi imposible... FECHA DE PUBLICACIÓN AÑO 2014