Capítulo uno.

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Eran dos personas totalmente distintas. Cada una metida e involucrada en sus asuntos, en su problemática y sencilla vida, sin importunar el uno al otro, ya que ninguno conocía la existencia del otro. Pero eso no los detuvo para que se enamoráran alocada y completamente. Se prometieron que sólo sería un simple juego. Diversión, sexo, fantasía, lujuría, pasión, placer, sonrisas, y al amanecer, cada uno seguiría con su rutinaria vida diaria. Pero con el transcurso del tiempo, los minutos separados se convertieron en abismos oscuros repletos de silencio, ahogándolos en una eterna tristeza, hasta que llegaba la noche, y veían en ese abismo la luz de una linterna, y se encontraban.

-¡Jennifer! - le gritó su madre desde la cocina.- ¡VAS A LLEGAR TARDE A LA ESCUELA!-

Los gritos provocaron que se enredara entre las sábanas hasta caer en el suelo. Buscó con su mano derecha sobre el estante el despertador.

07:15 am.  

Se levantó apurada, se metió en el baño, se higienizó y luego se vistió para el colegio. Su uniforme, la falda color azul a rayas, su camisa blanca, la pequeña y ridícula corbata y el saco, se colgó la mochila al hombro, antes de cerrar la puerta de su habitación regresó para buscar el libro de literatura y ciencias biológicas que había dejado sobre el escritorio de la computadora, los guardó en la mochila y bajó las escaleras.

-¿No vas a desayunar?- le preguntó la madre al verla pasar por la puerta de la cocina.

-No mamá, llego tarde.- le dijo Jenny arreglándose la camisa.

-Tomá- le dijo la madre entregándole 50 pesos que sacó de su billetera.- compráte algo cuando llegues.-

-Gracias ma, me voy. Te amo, saluda a papá.-

Antes de que la madre pudiera corresponderle el saludo, ella ya había cerrado la puerta principal con un fuerte portazo.

-Llego tarde, llego tarde.- se decía mientras apresuraba el paso.

Apoyó una mano antes de que cerraran las puertas, y se escabulló entre los demás chicos para que no la descubrieran. Pero una voz familiar la llamó.

-Jennifer Hastings.- No tuvo que ni siquiera darse la vuelta para descubrir que era su preceptora quien la había llamado.-Otra vez tarde señorita.-

-Es que tuve que llevar a mi hermano al colegio, y ¡El tráfico es terrible!- le dijo tratando de convencerla.

-Senorita Hasting se ha ganado una amonestación. Se quedara después de hora para ayudar a la bibliotecaria.-

-¡¿Que!?- gritó Jenny.-No puedo, tengo ensayo de danza. Y es muy importante que vaya, ¡Dentro de una semana voy a hacer una presentación!- dijo emocionada. Pero ni siquiera una presentaciòn o una conmovedora y penosa carita pudieron aflojar a la terrible preceptora.

-Después de clases Hastings.- fueron sus últimas palabras, luego se dirigió a la preceptoria.

Jennifer masculló enfadada, pataleó el piso y dejó caer su mochila de su hombro.

-¡Maldita!- dijo, recogió su mochila, y subió las escaleras para llegar a su aula.  

Al entrar el profesor la miró moviendo de un lado para otro la cabeza.

-Siéntese Hastings.-

Jenny se sentó al lado de su mas preciada y mejor amiga. Paola había sido su amiga desde el kinder, ambas habían transcurrido por millones de cosas juntas. Se querían indispensablemente, y no permitian que nadie las separara. Además de que el apoyo de cada una era incondicional. Paola era delgada y alta, unos hermosos cabellos dorados, largos hasta la cintura. Unos ojos celestes claros, como el agua cristalina de las playas de Brasil. Su tez blanca, algo bronceada por las vacaciones que pasaron juntas en Panamá.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora