Capítulo cuarenta.

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-¡Papá, papá! ¿Qué hiciste? ¡Qué hiciste!- gritó desesperada Jenny al verlo entrar.

Eran las tres de la madrugada del día viernes cuando el padre ingresó por la puerta de su casa, y dejó las llaves en la mesa luego de volver de su asunto con la policía.

Su esposa e hija lo esperaron en el living. Ella, llorando, con miedo y nerviosa por no saber lo que había ocurrido, y la madre, sentada a su lado, conteniéndola.

-Estoy cansado, tengo sueño. No quiero responder preguntas estúpidas.- caminó directo hacia las escaleras.

-¡Papá! ¿Qué hiciste?- dijo llorando.

-Si querías saber lo que pasó con tu profesor. Tranquila, no lo denuncie.- se acercó el padre a ella.- Pero te tengo una advertencia. Me llego a enterar que volvieron a estar juntos, los veo juntos o cualquier cosa, te juro Jennifer, te lo juro que voy a denunciarlo por abuso de menores.- la señaló con el dedo índice, y parecía hablar muy enserio.

-¡Pero papá ..!.- interrumpió Jenny.

-¡Nada Jennifer, nada! La advertencia te la dí, cumplila o después no vengas llorando para reclamarme.- subió las escaleras y golpeó la puerta de su habitación al entrar.

Una sonrisa se dibujó en su rostro cubierto de lágrimas.

-Odio este día.- le dijo Paola mientras caminaban de la mano juntos hacia el instituto.

-No es el día mas soleado, pero es lindo.- respondió confundido Lucas.

-No lo digo por eso.- se acomodó el cabello que cubría su ojo derecho.

-Si...bueno, es verdad.- sonrió preocupado.- Pero, disfrutemos este día de igual manera linda.- acarició su mejilla. Cruzaron el portón negro e ingresaron al instituto.

Jenny despertó media hora tarde, como solía suceder. Se vistió, comió y corrió directo al instituto.

Pero cuando estaba a punto de cruzar en la esquina, un auto se acercó a ella, estacionó enfrente suyo, y la puerta del acompañante se abrió.

Jenny, asustada, lo vió. Al abrirse la puerta, y verlo, entró.

El silencio los consumió a ambos durante segundos, dolorosos segundos.

-¿Porqué viniste?- preguntó ella.

-Necesitaba verte.- contestó arrepentido Emmanuel.

-¿Ahora queres verme? Bueno, cuando fui a tu departamento rogabas porque me fuera.- acomodó su mochila sobre sus pies.

-Tenés que entender.- dijo frío mirando el volante.

-¿Entender? ¿Entender qué?- exclamó furiosa.

-¡No podemos estar juntos, eso tenés que entender!- golpeó el volante brutalmente, demostrando su humor con respecto al tema.

-¿Porqué decís eso?- dijo confundida.- ¿Porqué mierda decís eso?- subió el tono de voz.

-Porque es verdad. Ví los ojos de tu padre, los de tu madre también...no puedo, veo como se sienten, decepcionados.- dijo rendido. Se quedó callado, sin mirarla, y luego giró y la vió a su lado, llorando. La tomó del rostro.- Tenés que estar con chicos de tu edad, no conmigo, no te hago feliz, no soy como los jóvenes de ahora. Haga lo que haga, no lo soy y tampoco soy lo que necesitas. Entendelo, por favor.- se perdió en su mirada durante largo tiempo. Jenny, dolida, y con la boca cerrada, tapada y encarcelada, lo miró y mil cosas pasaron por su cabeza, mil cosas que decirle, que refutarle, pero ninguna salió, ninguna quiso presenciarse para salvar la situación.-Te llevo.-

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora