Capítulo cuarenta y tres.

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-¿Estás segura que te dijo que sí iba a venir ?- le preguntó por tercera vez Paola mientras se tomaban una botella de cerveza bien fría. - No lo veo por ningún lado.- se inclinó sobre la barra en el cual estaban sentadas y observó hacia la enorme puerta.

La barra de bebidas se encontraba justo en el fondo del enorme patio. Con vista a la pista de baile, a los pasillos y al primer piso del Instituto, también se podía observar con claridad la entrada y la salida.

-Pao, tranquila. Va a venir.- se tomó un sorbo de la fría cerveza y la dejó sobre la barra.

-¿ Qué hora es ?- preguntó desesperada buscanddo su celular.

-Mmm, las once menos cuarto, en punto.- miró Jenny su reloj.

-El avión sale a la una. - volvió a observar la entrada.- Maldita sea. No viene, no va a venir. - se tomó a fondo blanco la botella entera de cerveza y agarró la mano de su amiga arrastrándola hacia la pista. -¡Vamos a bailar !- le gritó eufórica.

Jenny la siguió con una enorme sonrisa en el rostro. Las bebidas de más que habían tomado antes de llegar a la fiesta les estaban subiendo un poco a la cabeza, y por mal augurio que eso sonase, la aparición de la pelirroja con dos botellas en mano fue la gota que rebalso la situación .

Bailando desaforada, Paola agarraba de la mano a Jenny y giraban, se revolvían, gritaban, saltaban, eran dos auténticas locas explorando las dimensiones de la pista.

-¡Oh chicas !- dijo Luciana cuando Jenny cayó sobre ella. Con las dos botellas, una en cada mano, Luciana amortiguó la caída de Jenny reteniéndola entre los brazos. -Tranquila Jennifer, te vas a matar. - le dijo con una amplia e irónica sonrisa en el rostro.

Jenny se levantó y la observó con recelo, Paola se inclinó a un costado sosteniendo su peso con su pie izquierdo observándola con desprecio.

-Gracias.- pronunció Jenny arreglándose el cabello tras la oreja. Levantó la cabeza e infló el pecho para sentirse más alta y superior ante esa entrometida chica.

-De nada. Hay que decir...que esto...-levantó ambas botellas.-...es lo mejor que venden en esa asquerosa y repugnante barra.- giró su rostro hacia el fondo del patio, divisándo la pequeña barra luminosa.

-¿Qué es eso ?- preguntó curiosa Paola. Con sumas ganas de emborracharse para así no pensar en Lucas, en su partida y en que las cosas no se habían arreglado, y peor aún, que él no las quería arreglar. Dió un paso al frente y le sacó una de las botella de la mano. De un solo sorbo se lo bebió entero, chupando el pico cuando una gota quería resbalarse del interior del envase.

-¡Oh oh oh, pero qué decidida!- una mueca de gratificación satisfactoria se presentó en el rostro de la pelirroja. Con sus ojos observándola con victoria y su larga y abundante melena cubriendo sus hombros hasta llegar a sus caderas, Luciana parecía que hubiese cumplido una compleja misión. Le entregó la otra botella a Jenny, pero ésta la rechazó al instante.

-Como quieras.- observó a Paola una vez más con satisfacción, y se marchó perdiéndose entre la multitud.

La pista de baile comenzaba a acrecentar la cantidad de personas que bailaban alrededor y el ruido ya era insoportable de por si. Jenny, que durante al menos 5 minutos observó a Paola, vió un cambio drástico luego de haber tomado esa botella.

-¡Ey,ey ! ¿Estás bien?- le preguntó agarrándola de la espalda para que no se cayera de bruces al piso. Parecía mareada, borracha hasta tal punto extremo, y, sin pensarlo demasiado, parecía tambien completamente drogada.

-Mejor que nunca. - replicó con una sonrisa y sus ojos cerrados. Con el pelo húmedo por la transpiración de haber bailado como desaforada después de haber tomado lo que fuese que hubiese tenido esa botella, Paola parecía una persona completamente diferente.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora