Capítulo quince.

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La noche era joven, al igual que ellas y la cantidas de chicos y chicas que conformaban la larga y despareja fila para entrar al boliche.

Había bastante chicos observándolas reír a carcajadas, y aprovechar sus hermosas figuras cubiertas por simples trapos que demostraban lo atractivas que podían llegar a ser cuando se lo proponían.

-Mirá disimuladamente al castaño que está fumando. ¡Disimuladamente bruta!- Jenny lo observó por largo rato, indecorosamente como siempre solía hacerlo. Mientras que Paola se escondía con su espalda, ignorándolo.

-Es lindo.- le dijo una vez que dejó de ojearlo.

-Yo lo vi primero.- le tapó los ojos para que dejará de mirarlo. Pero éste observó la escena, y cómo reían. Dejó el cigarrillo, arrojándolo a la acera, y soltando el último humo que su boca había aspirado de aquél mortal aunque satisfactorio rollito de papel, guiñó atrevidamente a las chicas.

Ambas sonrieron, y lo observaron entrar al lugar.

-Me miró a mí.- dijo confiada Jenny.

-¡Mentira! ¡Me miró a mí! Vos ya tenes a alguien que te enseñé las diferentes lenguas y cómo utilizarlas. Es mi turno de encontrar a un chico, ¡Estoy sola! Cada vez siento que nadie me quiere.-

-Yo te quiero, y Lucas también.-

-Lucas no me quiere, me ve como su hermana. ¡Odio que haga eso!- mordió sus uñas, quitándoles el esmalte.

La fila comenzó a moverse con rapidez, y el sonido de la música se escuchaba más y más cerca.

-¿Cómo sabes que Lucas te quiere sólo como una hermana?- Jenny quería soltar la lengua y decir todo lo que sabía. Pero se contuvo y quiso escuchar la respuesta de Paola.

-¡Viste cómo me trata! ¡Me cuida como si tuviera doce, me molesta que haga eso!-

-¡PAOLA! Lo hace porque te quiere...como la amiga que sos.- su lengua se tragó la saliva reveladora, y se acaloró al darse cuenta que Paola la miraba fija.

-Si, verdad. Amigos.- dejó sus uñas y pagaron la entrada al boliche. El patobica las observó de cintura para abajo, y las dejó entrar, con la cara de baboso que siempre solían poner.

Al ingresar al lugar, las luces violetas, azules, rojas, verdes y de todos los colores posibles comenzaron a iluminarlas, resaltando la musculosa blanca que Paola llevaba, y las zapatillas Converse negras de Jenny. Paola prefirió los tacos.

Caminaron por el lugar, observándo a cada chico que se sentaba en el baffle para mirar el panorama.

-¡Vamos arriba!- le gritó Jenny a Paola en el oído para que escuchara. La agarró de la mano, como en el jardín de infantes para no perderla, y se la llevó por las escaleras al segundo piso. Paola coqueteó con cada hombre que se cruzaba, pero fue a uno a quien le otorgó su total atención.

-Es hermoso.- murmuró por lo bajo, aunque sabía que Jenny no podía escucharla por el ruido de los parlantes. Éstas seguían caminando, hasta que una chica, un poco tomada de más, las soltó al caerse encima de Jenny.

-¡Querida!- le gritó Jenny al verla encima suyo, con unas ansias de vomitar lo que había tomado. La levantó de su brazo, y la empujó cerca de un chico, que éste no dudó en sostenerla. Mientras que Jenny se deshacía de la borracha, Paola aprovechó para soltar su mano, e dirigirse al chico que había estado observándo largo rato.

Jenny no pudo divisar lo que ésta hacía, por lo que comenzó a buscarla, pero lo que encontró fue muy distinto.

-¡Lucas!- tomó su brazo y lo atrajo hacia ella.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora