-¡Qué maldita puta!- gritó eufórico Emmanuel al escuchar lo que había ocurrido aquella mañana con Jenny, y luego golpeó el volante del auto con furia.
Ella, desde el asiento del conductor, lo miró sorprendida, pero luego sonrió.
-No es gracioso Jenny, deberías borrar esa adorable y hermosa sonrisa de tu rostro.- acotó él al observar su expresión.
-Perdón,- rió ella.- es que nunca te había visto enojado. Y es muy gracioso.- apretó su nariz con los dedos para que la carcajada se ahogara en su interior.
-Bien.- apagó el motor, sacó las llaves y las guardó en su bolsillo. Luego abrió la puerta, y salió del auto. Dió la vuelta entera, y como un caballero, abrió la puerta del acompañante, dándole el paso a ella.
Jenny lo miró, y luego dirigió su mirada hacia el frente.
-¿Pasa algo amor?- preguntó Emmanuel.
-Estoy nerviosa. Creo que más que vos.- dijo entre risas.
-Bueno...- se arrodilló y sentó sobre sus talones.- Aunque no lo creas....¡Estoy sumamente nervioso! Nunca tuve que hacer esto, ni siquiera en mi adolescencia.- estiró su mano para recibir la de ella.- Pero estoy aquí, por voluntad propia, y lo hago todo simplemente porque te amo, y, aunque la diferencia de edad es un factor en nuestra relación, pude ver que sos bastante madura para tu edad, por lo que me encantas, más de lo que te imaginas.- Jenny tomó su mano, y la apretó.- Y te aseguro que, si no te hubiera conocido, no hubiera disfrutado estos últimos meses como lo hice contigo. Sos única para mí, y lo vas a seguir siendo.- sonrió.
-¿Vas a pedirme matrimonio?- preguntó sonriente ella.- Porque fue una muy buena proposición.-
Ambos rieron.
-¡No, no, pero dentro de algunos años posiblemente!- respondió él.
-Si sobrevivimos esta noche.- bajó Jenny del auto.
-Va a salir todo bien linda, lo prometo.- besó su frente, y acarició su oscura cabellera.
-¿Pasó algo con Lucas?- le preguntó Juan mientras la acompañaba a su casa.
-No, no ¿Por?- dijo distraída ella.
-Bueno Pao...estuviste todo el día conmigo, y no lo ví a Lucas cerca, ni siquiera te miraba en los recreos.- se rascó la oreja, y se frotó el poco cabello que tenía.
-No, no, no nos peleamos.- doblaron en la esquina del supermercado.- Es que...no sé. Una pequeña discusión, nada más.- siguieron caminando.
-¿Sabías que él se va...- dijo él.
-¡Ya sé!- lo interrumpió entristecida y nerviosa Paola.
-¡Tranquila, no necesitabas gritar así!- se defendió el chico.
-Perdón, perdón, es que...no me gusta hablar de eso.- y finalmente llegaron a la casa de ella.-Nos vemos mañana.- besó su mejilla.
-Tu gran noche, la primer fiesta escolar organizada por vos. ¡Qué orgullo!- exclamó agradablemente.
-Si...¡Si es verdad, lo había olvidado!- recordó Paola.
-Nos vemos rubia.- acarició su cabellera, y luego la besó en la mejilla.
Paola sintió el beso de un gran amigo.
Un amigo, un compañero y confidente, una persona que no podía en ningún momento reemplazarlo a él.
Abrió la puerta, y como vió que no había nadie en la casa, ni su madre, padre u hermano, que aún seguía en la primaria, se dirigió hacia la cocina para prepararse algo.