Capítulo once.

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Ese beso en la mejilla cambió las cosas, tan inocente fue aquél dulce beso. Cada vez que se veían no podían tener temas de conversación, ambos se quedaban callados y se miraban en silencio. Las tardes con él se volvían con el tiempo más y más incómodas.

El viernes, el último viernes antes de las vacaciones de invierno, era también su último día como su secretaria, ya habían transcurrido los días de castigo, y por el buen comportamiento que recientemente había tenido Jenny, le descontaron los días y la excluyeron de la lista de los irresponsables, temporariamente. Eran las siete y cuarenta de la mañana, y todos los alumnos se encontraban en la sala de teatro. La temperatura en el exterior era bajo cero, los chicos llevaban bufandas y camperas hasta el cuello. La calefacción funcionaba mal, y en el ambiente aún se sentía el frío que recorría sus helados huesos. Lucas y Paola estaban parados con la mochila en el hombro, ella se calentaba las manos frotándoselas rápidamente, y Lucas las llevaba metidas en los bolsillos del pantalón.

-¡Qué frío! Pagamos al colegio para que lo mejoren, y tenemos ésta maldita calefacción que no funciona.- dijo Paola. Tenía la nariz roja, y se notaba que estaba a punto de enfermarse.

-¡Podrías dejar de quejarte! ¿Sabes dónde está Jennifer?- Lucas nisiquiera la miró, y con tono preocupado le preguntó sobre el paradero de su amiga.

-¡No tengo idea idiota!-

-Era necesario insultarme Paola, que mal hablada que sos.-

-¿Se puede saber que mierda te pasa Lucas?- le preguntó enojada.

-Nada, nada. En cualquier momento viene el director para su largo discurso.-

-Ni me lo digas, encima que me muero de sueño.- bostezó, y luego se frotó los ojos. Siguió calentándose las manos, hasta que Lucas se las tomó, y las apretó fuertemente.

-¿Qué haces?- le preguntó sorprendida.

-Te las mantengo con calor, no es tan difícil adivinarlo.- entrelazó sus manos con las de ella, y el calor comenzaba a fluir. Paola lo miró extrañado, hiciera lo que hiciera siempre la hacía sentir bien, apesar de sus cambios de humor repentinos. Lucas se acercó lentamente a ella, y la abrazó.

-¿Y ahora qué? ¿Calor corporal?- dijo Paola entre risas.

-Callate.- continuó abrazándola, y apoyó su cabeza en la de ella, Paola se apoyó en su pecho, y lo tomó con fuerza de su buzo. Necesitaba afecto, desde lo ocurrido con Matías el pasado martes.

En ese martes, en la salida del instituto, no se habían hablado desde la mañana, un rumor circulaba entre los compañeros de ella y él. Un rumor revelador, nada más y nada menos que un engaño. Según fuentes amigas de Paola, Matías, cuando se quedó en la casa de un amigo suyo, coqueteó con la hermana y ésta le realizó sexo oral, al cual Matías no se negó. Eran sólo rumores que iban y venían, y entre una de las idas llegó al oído de Paola. No quiso creerlo, lo amaba tanto como para desconfiar de él, pero cuando lo enfrentó Matías no dijo nada para defenderse, sólo la culpó de desconfiar de él, y le dijo que una relación sin confianza no valía la pena. Paola quedó llorando en el baño de mujeres, mientras que Matías salió furioso de allí, dejándola sola.

Días después, Lucas y Jenny descubrieron el porqué Paola estaba tan melancólica y callada, el porqué ya no se la veía demasiado melosa con Matías. Jenny se enfureció tanto que fue a enfrentarlo para saber la verdad, pero no fue con Matías, fue con la hermana de Alejo, la causante de todo. Pero Paola se lo impidió, y le juró que si hacía algo con respecto a lo sucedido, le dejaría de hablar.

-¡Pero Paola! ¡Eres estúpida! ¡Hay que saber si es verdad o no! ¡Tenemos que...-

-¡No! ¡No quiero que hagan nada, ni tú ni Lucas! ¡Por favor! Necesitó pensar las cosas, y...y... ésta relación ya terminó, no hay porqué seguir sacando conclusiones o seguir investigando.- la interrumpió Paola entre llantos.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora