Capítulo veintitrés.

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El hospital se había tornado un lugar horrible para quedarse una noche entera, pero Paola tuvo que hacerlo. Despertó pérdida en aquél lugar, observó su entorno y vió a su madre hablando con la doctora, y Ezequiel en una silla a su lado.

-¿Cómo estás?- le preguntó al verla despertar.

-Mareada. ¿Qué pasó?- respondió tratando de mantenerse sobre los codos.

-Tranquila, dormí. ¿Te acuerdas lo que pasó con Martín, tu novio?-

-Sí, lamentablemente me acuerdo.- lo miró.- Ex novio, un maldito ex novio.-

-Sí, se podría decir así.- ambos rieron.- te encontré tirada en el suelo y te traje aquí.-

-Gracias.- lentamente se acercó a él y lo abrazó. Se quedó apoyada sobre su hombro, en forma de agradecimiento.

-¡Oh! ¡Ok, deberías recostarte!- la apoyó en la almohada, y le acarició la cabellera.

-¿Y Lucas?- preguntó esperanzada.

-Emm, él está en su...casa, con su novia. Se fueron después de la fiesta, y bueno, yo me quedé contigo.- apoyó su mano sobre su hombro.

-¿Él sabe que estoy aquí?-

-No, preferí no decirle nada.- ambos se quedaron en silencio, y Paola, curiosa, quiso saber si había sido él su gps que la guió al repugnante acontecimiento con su pasado novio y la semidesnuda chica sobre su cuerpo.

-No, no fui yo. ¿Te mandaron mensajes para que encontraras a Martín con otra?- la observó sorprendido.

-Sí, tengo su número.- agarró su celular de la mesa de luz, y se lo mostró.

-Déjame ver.- aquél número se le hacía bastante familiar, sacó su celular de la campera, y buscó entre sus contactos.

-Luciana, fue Luciana, la novia de Lucas. ¡Es el mismo número!- Paola rió de la furia que la poseía, simplemente no se le hubiera ocurrido que aquella infantil niña fuera tan retorcida en su interior.

-No lo puedo creer.- dijo con ironía ella.

-¡Lucas debería saberlo!-

-¿Para qué? No me creería.-

-Si no te cree, entonces yo se lo voy a decir.-

La madre ingresó en el cuarto, y cayó sobre su hija, abrazándola, y acariciando, como si no hubiera un mañana. La besó con todo el cariño de una madre, y luego quiso hablar con ella, en forma privada, sobre lo que había pasado, y quién le había hecho tal herida en su detallado rostro.

-Bueno, nos vemos. Después hablamos.- Ezequiel se retiró del cuarto, y se fue a su casa.

Paola y su madre decidieron revelarse, y hablar abiertamente.

Jenny no se había quedado con Emmanuel en su departamento, pero volvió a su casa con una gran sonrisa en su rostro, y con un sentimiento que la inundaba en una felicidad inigualable.

Era el mediodía, cuando una llamada telefónica la informó sobre el estado de su amiga. La madre se encontraba en la casa, por lo que la llevó en el auto al hospital. Corriendo subió las escaleras al primer piso, y se metió en su cuarto, la abrazó, atosigándola, y luego vinieron las preguntas.

Paola no olvidó ningún detalle sobre lo sucedido, le contó absolutamente todo, y Jenny la escuchaba, enojada con Lucas, y furiosa con la pelirroja.

-¡No me va a creer, hablar con él es como hablar con una pared, está ahí pero no escucha!-

-Paola, si vos no hablas con él, lo hago yo.- Jenny se sentó a su lado.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora