Capítulo veintiséis.

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Paola se limitó a esperarlo fuera del instituto, sentada en la puerta, con la mochila entre brazos, y ojeando siempre hacia el interior en busca de él. Pero no apareció, y tampoco lo había visto desde la mañana, al ingresar a clases. Rendida, se fue a su casa.

Mientras tanto, Lucas trataba de tranquilizar a Luciana que se ahogaba en llantos tras la ruptura. Él había salido temprano del instituto, ya que el profesor de publicidad había faltado no tuvo más remedio que irse a su casa.

Eran las 10:45 cuando tocó el timbre, y pudo irse de aquél odioso lugar. Se dirigió a su casa, arrojó la mochila al llegar, y se recostó sobre su cama, con la intención de recuperar las horas de sueño perdidas.

Eran las doce del mediodía, cuando se levantó debido al hambre, y se dirigió principalmente a la cocina. Su madre se encontraba trabajando, y su padre seguía en el viaje de negocios, por lo que tenía la casa para él sólo.

Colocó agua en la cacerola, la puso en la ornalla prendida, y la cubrió con la tapa, para cuando finalizó, el timbre de la entrada principal había sonado. Al abrir, se encontró con la sorpresa de ver a su, aún, novia de pie frente a él. Lo besó en los labios, e ingresó a su casa.

Lucas supo que era el momento de decirle toda la verdad, terminar lo que ellos llamaban una relación sin futuro. Por lo que, delicadamente, se paró frente a ella, con el uniforme desabotonado y desprolijo, y con simpleza habló.

La luz solar de aquél día eran vagos reflejos amarillentos. La primavera se acercaba, pero al parecer lo hacia con lentitud.

Jenny al ver a su hermano, a quien aún no sabía el nombre ya que no se atrevió a preguntarselo, tal vez por miedo o los nervios de la situación en la que estuvo, pero rápidamente se cubrió, vistiéndose con su uniforme. Lo mismo hizo Emmanuel, al cual su tono de piel se había convertido en un rojizo fuerte, y se reía de los nervios y el miedo de lo que pudiera ocurrir.

-¿Es él?- preguntó nervioso.

-Sí .- contestó entre risas Jenny. Se abotonó la camisa, se colocó el sueter, y la corbata, y salió del auto, tropezando con las piernas de Emmanuel que le impedían el paso.

Éste también se atrevió a salir, se colocó la campera, y la bufanda, desarreglada por supuesto, y bajó del auto tras de ella.

-Hola.- se dirigió Jenny hacía el chico de chaqueta negra.

-Hola Jenny.- respondió entre risas.

-Hola.- se atrevió a meterse Emmanuel.

-Hola flaco. Em, la bragueta.- le señaló la abertura de su pantalón.

Emmanuel se lo subió con velocidad, y trató de mantener la cordura lo mejor posible.

-Bueno, él es Emmanuel, mi...- se paralizó ante la consecuencia de lo que pudiera llegar a decir.

-Su novio.- terminó Emmanuel.

-Ah, sí, eso. Mi novio.- lo agarró de la mano.

El chico de chaqueta negra los miró divertido, poseía una sonrisa, pequeña sonrisa, que trataba de ocultar mirando hacia otro lado.

Hasta que el silencio los acomodó en una posición un tanto embarazosa.

-Bien, yo me tengo que ir. Fue un gusto conocerte, y...nos vemos Jenny.- dijo Emmanuel que quería dejar de sudar.

-El gusto fue mío. Nos vemos.- se acomodó la chaqueta negra.

-Chau amor.- besó sus labios, ella tocó sus mejillas y pudo notar que hervía su sangre en el interior. Jenny se rió de él, y se despidió.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora