-Amor, te tardastes. Dentro de un rato vamos a las cabañas del monte, a divertirnos a nuestra manera linda.- la rodeó por la cintura, la acercó a él, y comenzó a rozar sus labios contra su cuello. Paola no sentía ninguna sensación de debilidad, de lujuria, de esa pasión que sentía cada vez que él hacía eso. Cerraba los ojos y disfrutaba de ese mimo indecoroso de Martín, pero ahora era diferente, no sentía nada.
-Está bien amor.- alejaba su cuello con lentitud.-Voy a buscar a Jenny.-
-Acaba de irse.-continuó besando sus mejillas, hasta llegar a la boca.-
-Mm...Martín. Tengo que decirle...feliz cumple a Agos.- se alejó de sus labios, él un poco confundido la miró, pero una sonrisa suya lo ablandó por completo y creyó fielmente en sus palabras.
-Está bien linda, nos vemos en la puerta trasera.- con la manada de amigos se fueron de la fiesta y la esperaron en la parte trasera, con la enorme camioneta negra de Martín.
Mientras tanto, Paola ideaba un plan, que involucraba a Lucas en todos sus ángulos.
Jenny llegó rápido al departamento. Se fijó como subir, y con la habilidad de sus años de deportes, escaló el árbol que se presentaba a su derecha, y aterrizó en su balcón.
Vió las luces apagadas, y su figura sobre el sillón. Con un café vacío al lado, y la cabeza doblada, acurrucándose entre las sábanas del cómodo sofá.
Emmanuel tenía la mala costumbre de dejar las puertas y ventanas sin traba, por lo que Jenny aprovechó para entrar sigilosamente. Un sólo ruido con la maseta de la esquina provocó que Emma se moviera de lugar, estiró el brazo y acomodó la cabeza en la almohada.
Jenny cerró la puerta corrediza con la mayor lentitud y con mínimo ruido. Pero el sonido de la traba provocó en Emmanuel otro movimiento de incomodidad, y en un abrir y cerrar de ojos, la vió parada en la oscuridad, con una máscara y el cabello suelto. La figura sin duda era de una mujer, largas piernas, un short y una diminuta remera, poseía unos increíbles pechos firmes, y su sonrisa cautivó su más inhibida chispa de sensualidad en él. Sin poder creerlo, aquélla misteriosa chica encubierta, provocó una reacción que jamás creyó imaginar que le podía suceder, o que le sucedería sólo con Jenny.
Se acomodó en el sillón y prendió la luz. Y la vió, vestida de azul y negro. Era hermosa.
-¿Jenny?- preguntó al observarla bien. Su sonrisa era imposible de diferenciar con una luz que la ilumine.
-Sabes...quería sorprenderte, pero eres un anciano, te despiertas con cualquier ruido.- respondió acercándose a él.
-¿Qué hora es?- miró su reloj.- ¡3 de la madrugada! ¡Qué haces esta hora fuera! ¡Dónde estabas!- exclamó eufórico.
-¡Tranquilo papi! Fui a una fiesta de máscaras en lo de Agos. Una gran fiesta.- dijo provocativa.
-¿"Gran"? -
-Sí, estuvo todo el colegio, chicos, chicas. Fue un fiestón.-
-Debistes haberte divertido.-
-Perdón- respondió al escuchar el tono de voz con que lo dijo- pero posiblemente estás celoso ahora.-
-Por favor Jennifer.- se recostó sobre la almohada y se acomodó.- Anda a casa, debes estar cansada.-
-Si vine acá es porque quería estar contigo, por alguna razón no me fui a casa.- su voz se notaba un poco malhumorada.
-Bien, haz lo que quieras. Menos ver la televisión, tengo sueño.- cerró los ojos, con una sonrisa instintiva, suponía la reacción de Jenny ante sus palabras.