-¿Qué cosa es tan importante para que estés pegado a Paola?- le preguntó Lucas. Cerró la puerta del baño, y lo acorraló contra la pared, Ezequiel lo observaba, y entendía en parte lo que pasaría y porqué su actitud había cambiado, furioso lo miraba, esperando respuestas.-¡Ezequiel, respondé!-
-Yo la ayudé cuando estaba herida, nada más.- respondió segundos después.
-¿Qué fue lo que pasó en esa fiesta? ¿Porqué está golpeada? ¡Hablá!- golpeó la pared, asustándolo.
- No me tenés que preguntar a mí, ¿Porqué no hablas con Luciana?, capaz te dé respuestas. Ella sabe todo.- se alejó de él y abrió la cerradura.
-¿Qué tiene que ver ella?- Lucas lo paró, sorprendido por la presencia de su novia en todo aquél embrollo.
-Pregúntale, ella lo provocó, fue por su culpa que ahora Paola tiene un golpe en el rostro.- salió del baño, y lo dejó solo.
Lucas no podía encajar las cosas en todo el lío de Paola y su ex novio. ¿Porqué ella estaba involucrada? ¿Qué hizo? Mil preguntas recorrieron su mente, y no le quedó más remedio que ir en busca de respuestas. Necesitaba hablar con ella.
Al terminar el horario de clases, Jenny se quedó en el campus para esperar a que Emmanuel saliera del curso de quinto, y como Paola tenía hambre, y le dolía la espalda por haber dormido mal, la saludó, y se fue sola, caminando, hacia su casa.
Durante todo ese día, Martín no había aparecido en el Instituto, y tampoco se sabía nada sobre él, hasta aquel mediodía, cuando al verla salir, sin compañía, apareció su camioneta negra estacionada en la esquina, y luego él bajó de este, y se acercó a ella.
Paola no lo vió, ni tampoco a la camioneta, pero cuando una persona comenzó a caminar atrás suyo, y la agarró del brazo, un miedo recorrió su cuerpo, hasta sentir como sus dedos del pie se helaban de la fría sensación de tener frente a sus ojos al hombre a quién amó, pero que la hirió, no sólo psicológicamente y sentimentalmente, sino que también físicamente, y poseía en su rostro la marca que lo acusaba.
-Lo lamento, muchísimo Paola, enserio.- la acarició, corrió su cabello del rostro, dejando ver su lastimadura. Paola se alejó de el, lentamente, pero Martín la retenía cerca de él, con fuerza la sostenía del brazo.
-Suéltame.- murmuró por lo bajo Paola, le tenía miedo, en parte a sus reacciones, y más a su desenfrenada furia. Comenzó a llorar, lágrima por lágrima.
-Shh...tranquila, no pienso volver a levantar una mano contra tí.- la agarró del rostro con la otra mano, y se acercó a ella, besó su mejilla lastimada, con dulzura, y luego su cuello.
-¡Aléjate de mí!- gritó enojada, le dirigió una fuerte cachetada en su rostro, y lo empujó, alejándolo.- ¡Sos un maldito!- su rostro se torno rosacéo, sus mejillas rojas, al igual que sus ojos, que derramaban lágrimas.
-Paola, no te voy a hacer nada.- volvió a tomarla del brazo, y con fuerza la sostuvo cerca de él.
Paola trataba de alejarlo, sus brazos lo golpeaban en el pecho, lo lastimaban débilmente, todo lo que quería era que se alejara, que se fuera, que la dejara sola, en paz. Pero Martín sentía todo lo contrario, no la quería lejos, la quería cerca, todo lo más cerca posible de él.
-¡Martín, por favor!- gritó del miedo, miró a su alrededor, pero nadie se encontraba allí para socorrerla.
La besó obligándole a que ella siguiera su juego de lengua, pero Paola no tenía el menor interés en que eso sucediera.
-¡Ahh!- gritó ella cuando, bruscamente, Martín tocó su mejilla lastimada.
-¡Perdón amor, perdón!- gritaba desesperado. Paola se agachó, y comenzó a llorar más fuerte, las lágrimas no cesaban.