Aquél fin de semana fue imposible que volvieran a verse. Jenny tuvo una gran cena familiar, sus tíos, primos y abuelos que vivían en diferentes partes del mundo decidieron reunirse justamente esos dos días. Emmanuel esperó verla aquél fin de semana, pero con la reciente visita familiar, fue imposible hacerlo. Pero tuvieron el consuelo de volver a verse el lunes, cuando comenzaba la segunda mitad del año escolar.
Emmanuel llegó temprano al instituto solo para verla, pero tuvo el infortunio que ella no llegó a la hora prevista. Eran las 08:20 de la mañana, y el timbre de la puerta había sonado varias veces. El portero atendió y la dejó entrar, como siempre solió hacer ya que la conocía desde hacía tiempo. Jenny recorrió la parte baja con rapidez buscándolo, pero lo vió ocupado con la secretaría del director, compartiendo unas expresivas sonrisas, posiblemente coqueteando o hablando, no lo vió bien, pero si vió como Samantha agarrba con fuerza su mano, y de los celos se fue al curso. Arrojó la mochila al suelo y se sentó con un rostro enojado, cejas fruncidas y labios mordiéndolos con fuerza. Paola la observó y se mantuvo callada, pero al sonar el timbre anunciando el recreo, decidió averiguar qué incomodaba a su amiga en el primer día de clases.
-¡Qué cara Jenny! ¿Qué pasó ahora?-
-Nada. Vamos a ver a Lucas.- la llevó de la mano a la cafetería, donde lo encontraron comprando un alfajor.
-Lucas, hola.- él las miró a ambas, pero esquivando su mirada de Paola, a quién aún no perdonaba, por motivos desconocidos.
-Hola Lu.- la suave voz de Paola encendió el fuego que él quería mantener apagado en su interior. La saludó, un poco indiferente, y continuó comiendo su alfajor. El lapso de diez minutos de recreo se hicieron eternos para Jenny, que con la mirada trataba de encontrar a Emmanuel, aún cuando se sentía traicionada o herida, capaz ella posiblemente se había hecho la película, capaz no era lo que pensaba, capaz.
Lucas fue el primero en dejarlas, abandonó la conversación que tenían los tres, y sin importarle Paola, caminó por su lado, arrojó el envoltorio del alfajor de chocolate y se fue con unos amigos que estaban sobre las puertas de baño de las mujeres.
Paola lo siguió con la mirada, lo vió alejarse, y vió como coqueteaba sin disimulo con las estudiantes del segundo año, especialmente con una. La manada de amigos lo alentaban a que la siguiera o al menos a que la invitara a salir, ya que al parecer la chica estaba interesada en Lucas.
-¡Dale Luquis! ¡Esa chica te espera capo! ¡Ídolo!- le gritaban en forma de incitación. Lucas reía nervioso, y esbozando su sonrisa de galán, se acercó a la pelirroja chica, y la invitó a salir al finalizar el horario escolar. La chica, con pecas en su rostro, ojos verdes y un largo y sedoso cabello lacio color rojo fuerte, aceptó su invitación, lo besó en la mejilla y se fue. Los cinco amigos se le acercaron a Lucas, lo felicitaron entre gritos y asumieron que era un verdadero genio con las mujeres.
-Bueno, por lo menos va a tener una cita.- le dijo Jenny a Paola, observando como Lucas continuaba riéndole a la chica. Paola sólo se limitó a afirmar con la cabeza, y observarlo con los ojos maravillada, aunque en el interior sufría, sin saber porqué se sentía así.
El timbre sonó y Paola fue la primera en irse al curso, con los pies acelerados, su cabello suelto y la pollera que golpeaba con su rodilla, abrió la puerta, y al ser la única en el aula todavía, sacó sus auriculares y comenzó a escuchar música deprimente, quería sentirse miserable, más de lo que se sentía.
Jenny la perdió de vista, pero sin apuro, caminó al curso, pero al pasar por la puerta del teatro, una mano la agarró desde el interior y la introdujo adentro de éste.
-Hola Jenny.- besó sus labios, y la observó a los ojos.
-Ah, hola Emma.- respondió desanimada.