Capítulo treinta y seis.

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El golpe en la frente no dolió demasiado, pero lo que sufrió fue el sentir sus manos apretando fuerte sus brazos.

-No...es neces...sario. Esto.- dijo entre cortado Paola.

El chico la soltó, y pudo ver de quien se trataba.

-¿Qué haces acá?- le preguntó Lucas cuando la vió.- ¿Estás bien?- trató de ayudarla.

-No, pero voy a estarlo.- rió ella. Se llevó la mano a la nariz, y no sangraba, pero el labio inferior tenía una pequeña herida de donde salía su espesa sangre.

-¡Mierda, mierda Paola! ¡Sos estúpida, cómo se te ocurre entrar así, no pudiste tocar la puerta!- acarició sus labios, y vió como se tocaba la muñeca.- ¿Te duele la mano, te lastimé?-

-Sí, sólo un poco, pero no importa.- trató de disimular el intenso dolor en su mano. Fue un esguince, pero ella no lo sabía.

-Voy a la cocina.- abrió la puerta. Una vez allí, saludó a sus padres que se iban a dormir, agarró una bolsa con hielo, y se lo llevó. Ella inmediatamente se lo colocó en la boca.

Jenny nisiquiera había llegado al departamento de Emmanuel, cuando una mujer la siguió con el auto. Ella se dió cuenta, dobló en una esquina desconocida, y la siguió, luego retrocedió dos cuadras, y también la siguió, por lo que Jenny trató de perderla de vista.

Caminó tres cuadras, luego dos, y finalmente dos más a la derecha. Cuando vió que el auto estaba lo suficientemente lejos, corrió hasta el departamento de Emmanuel. Abrió las puertas y fue al ascensor, pero como se encontraba en el décimo piso, corrió escaleras arriba.

-¿Para qué viniste?- preguntó él.

Paola se sacó la bolsa de hielo de la boca, observó como la sangre se había secado allí, y luego contestó.

-Vine, por vos.-

-¿Por mí?- rió Lucas.- La última vez que hablamos dijiste que no me amabas, ¿Porqué viniste Paola?- preguntó otra vez.

-Mirá, sólo estaba diciendo lo que querías escuchar, nada más.- se levantó y se acercó a él.- Te voy a extrañar, demasiado, pero no te lo quería decir y prefería fingir...que todavía vas a estar acá, conmigo después del viernes.- dijo entre lágrimas ella.

Lucas vió como cada lágrima caía sobre sus mejillas, como se desplomaba en frente suyo, esa pared que la cubría caía a pedazos. Acarició su rostro, y secó sus lágrimas, luego la besó, sintieron como si hubiera sido el último beso. La delicadeza con que sus labios tocaron los de ella, como cada sentimiento se transmitió en esa simple muestra de cariño. Lucas tocó su hombro, y acarició su brazo hasta llegar a su mano, tocó la bolsa de hielo y delicadamente se la sacó, y la arrojó al suelo, para luego entrelasar sus dedos con los de ella.

-Siempre vas a estar conmigo, a donde quiera que vaya, tu recuerdo lo voy a guardar junto a mí amor.- le susurró Lucas, luego volvió a besarla entre lágrimas.

Cuando llegó a la puerta, se frenó sobre sus pies, y el impulso de tocarla la dominó, se apoyó sobre sus piernas y respiró profundamente, la agitación tenía que disminuir. Levantó el brazo y estuvo a punto de tocar, pero la mujer que la seguía se lo agarró y la empujó.

-Chiquita, él no te quiere, nunca te quiso y tampoco te va a querer, deberías estar durmiendo en este momento.¿Porqué no vas con tu mami?- la soltó del brazo.

-No, y la verdad no me intimidas, lo que estoy haciendo acá no te importa.- dijo Jenny al verla.

-Andá, tocá la puerta, vamos a ver si él quiere verte linda.- le acomodó el cabello para atrás. Jenny se alejó de ella en forma de desagrado.- Vamos nena, tocá la puerta.- volvió a repetir.- No tenés agallas, seguís siendo solamente una tonta adolescente.- le dijo luego de ver su indecisión. Por lo que la mujer tocó la puerta, y esperó a que Emmanuel abriera.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora