El estruendoso ruido de unos perros peleando lo despertó de su profundo sueño. Miró su reloj. 09:35 am. Divisó el interior de la habitación y recordó que no estaba en su departamento. Se levantó de la pequeña cama y fue directamente al cuarto de baño. Se higienizó, y salió de la habitación.
Vió a la señora de la casa preparándole un desayuno nutritivo.
-Buen día.- dijo.
La señora dio media vuelta y lo saludó.
-Siéntese, tiene que desayunar.-
-Gracias.- dijo intimidado. Todavía se sentía un poco desconfiado. ¿Porqué tanta amabilidad?
- Aquí tiene.- le sirvió café negro y tostadas de pan casero, le dejó mermeladas de durazno, frutilla y arándanos, manteca y queso. Todo un banquete.
Emmanuel tomó el café con ambas manos, y trató de calentarse con el calor de la taza. Era una mañana fría, en aquél rancho se sentía el correr del viento otoñal.
-¿Suele hacer frío muy seguido por aquí?- preguntó el.
-¡Oh si! Estamos en la zona oeste, sobre la montaña, es usual que sienta más frío del debido. No se preocupe tenemos chimenea y caloventores.- la mujer se retiró de la cocina, y prendió una estufa del pasillo.
Luego volvió, con unas agujas de tejer y lana verde. Se sentó a su lado, en un sillón acolchonado, y comenzó a tejer. Emmanuel se maravilló al verla, se impresionaba de la rapidez de sus dedos y de como manejaba la lana.
La mujer se percató de las miradas, y no dudó en sonreír.
Emmanuel se moderó, tomó un sorbo de su café y mantuvo su taza entre sus manos.
-¿Puedo saber porqué fueron tan amables conmigo?- le preguntó.
La señora dejó el tejido, lo apoyó sobre sus rodillas, luego lo miró con una dulce mirada.
-¿Y porqué no?-
-No lo sé, en realidad...yo, no quería estar aquí, seguir viviendo.-
-Lo sé , mi marido me lo contó y lo pude escuchar por usted.- la señora le sonrió tratando de tranquilizarlo.-Nuestro hijo falleció en un accidente de auto, un camionero alcoholizado iba por la ruta 9, lo chocó, y al instante murió, desde que se fue ésta casa se sintió vacía, apesar de que mi marido y yo vivamos aquí. Y usted me has parecido una buena persona, un presentimiento, una señal, al verlo supe que no era un ladrón o asesino, es por eso que fui tan amable con usted.Que fuimos tan amables con usted. ¡No crea que hacemos esto muy seguido! Tiene toda una buena vida por delante, no puede desperdiciarla, disfrute cada momento porque no sabe cuando puede acabar.- la mujer retornó con su tejido. Emmanuel quedó pensativo, capaz tenía razón, no lo sabía, pero necesitaba arreglar las cosas, lo antes posible.
Tomó su último sorbo de café, y se despidió de la señora.
-¿Y su marido?- preguntó.
-Tuvo que ir a la ciudad por algunos recados, ¿Volverá por aquí ? Me gustaría entregarle el sueter que estaba preparando para usted.-
-Volveré, no lo dude.- un corto abrazo, una mirada familiar, y la despedida. Su auto estaba estacionado afuera de la cerca. Se subió y se fue.
El sol del amanecer iluminaba la parte trasera de su camioneta, por el retrovisor vió a la mujer saludándolo. Una sonrisa se dibujó en su rostro.
Tuvo una hora de viaje hasta llegar al centro de la ciudad. Vió los enormes edificios, centros comerciales, tiendas y muchas motos y autos, y se dio cuenta que estaba a sólo tres cuadras de su departamento.