𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐗

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𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐜𝐨

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𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐜𝐨

𝟗. 𝐋𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐩𝐢𝐧𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞.

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Slunce. Yamatai
Cinco años antes de la llegada de los extranjeros.

Ara siempre fue una mujer hermosa, en realidad las gemelas eran omegas preciosas. Palm y Ara, mujeres casi idénticas con una belleza sin igual pero tan diferentes entre sí. Mientras que Ara tenía una belleza delicada; con mejillas que siempre parecían estar sonrosadas, su pequeño rostro enmarcado por mechones ondulados de color chocolate y su mirada llena de amabilidad. Palm por otro lado tenía una belleza oscura, rostro serio y cabellos más oscuros. Con esa mirada que podría poner de rodillas a cualquier alfa.

Cuando Gon llegó al palacio con doce años de edad la primera en darle una mano fue Ara. Lo acogió como si fuera su hermano pequeño claro que era amable con todos los niños pero de una u otra forma sabía que él era especial.

Le enseñó todo lo que un omega de su posición debía saber, pero en ese entonces era bastante bruto en ese sentido. No entendía etiqueta, no le gustaba la música y no entendía el arte. Con el tiempo descubrió la belleza en el guqin, pero antes de que sus dedos tocarán el instrumento primero se maravillo con la belleza de las artes marciales.

Con trece años y llevando varios libros en sus brazos, paso por la zona de entrenamiento y ahí vio a Palm pelear con una espada de madera. La mujer era como una pantera, con una fuerza sin igual la vio derrotar a un alfa mucho más alto que ella, pero había algo elegante y bello en su violenta danza. Se quedó pasmado y fue cuando ella lo miró.

—No deberías estar aquí— le dijo la mujer con una ceja alzada.

—¿Puedes enseñarme?— preguntó de inmediato esperando una respuesta positiva. La mujer que jamás vio sonreír, lo hizo ladeando su cabeza y cerrando los ojos. Luego se acercó y se agachó a su estatura.

—Conviértete en solis, Gon— le dijo con una voz suave—. Y te enseñaré todo lo que sé.

Cuando su primer celo llegó a la edad de catorce años; la marca en su hombro apareció y el entrenamiento comenzó. Sin embargo con el tiempo no solo aprendió a pelear, aprendió cosas que se supone eran enseñanzas solo para posibles monarcas.

Recuerda tener los pies dentro del frío estanque de uno de los tantos jardines del palacio mientras Ara cantaba y jugaba con su pelo. Haciendo moños, y escogiendo orquillas.

𝙻𝚊 𝙽𝚊𝚌𝚒ó𝚗 𝚍𝚎𝚕 𝚂𝚘𝚕. 𝙺𝚒𝚕𝚕𝚞𝚐𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora