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El mundo siempre fue un misterio para él, uno que sabía jamás lograría conocer; al menos no como en realidad deseaba. La idea de pasar sus años sin conocer de sí mismo, ni de aprender que había más allá de Yamatai lo dejaban e...
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𝟖. 𝐋𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐦𝐞𝐬í.
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La noche era fría, el ayuntamiento estaba iluminado por las farolas y las lámparas de luz naranja que flotaban por los callejones, se lograba escuchar el ajetreo de los puestos nocturnos y la voz delicada de una cantante.
Gon estaba recargado en la pared fría del edificio, miraba a Killua discutir con Dante, el chico se veía realmente disgustado con su presencia, sonrió ligeramente por ello. Dante era un imbécil, uno que le daba un poco de diversión a pesar de ello quiso estudiarlo a más profundidad si el chico fue el compañero de Killua por muchos años no podía subestimarlo por lo que se había empeñado a tantear terreno primero con Killua de cerca ya que el alfa parecía un poco distraído con Dante a su alrededor.
Y eso le enojaba un poco, no sabía que tipo de relación además de la de eterno "compañerismo" habían tenido almenos antes de que ambos comenzarán con la formación de la manada qué el omega deshecho cuando tuvo la primer oportunidad de irse, por eso ahora, era curioso ver que el chico quería un puesto que no le pertenecía; no es que pensara qué él también lo merecía creía firmemente que quién debería tener el papel de "omega de la manada" era Kurapika.
Pero aquí estaba Dante peleando ese papel, suspiro cuando vio a Killua acercarse con una mueca incómoda, detrás el pelirrojo lo veía con furia. Ese sería el segundo punto a tantear, Dante al rededor de Killua era hasta cierto punto obediente y sin embargo tenía la sospecha que cuando el alfa no estuviera para verlo dejaría salir toda su personalidad. Esos ojos rojos qué parecían brillar con un odio genuino hacia él no podían quedarse en sólo eso, una mirada.
Mirando como el chico rodaba los ojos y apretaba la quijada y se veía a nada de comenzar a replicar otra vez, las palabras de la manada ahora tenían sentido si se supone que este chico fue compañero de Killua entonces también debió pertenecer a una familia adinerada. Tampoco es que fuera complicado observar lo caprichoso que a veces se dejaba ser.
—Gon entraras conmigo— dijo Killua—. Dante quedate aquí y no hagas ninguna estupidez.
El omega asintió parándose alado de la puerta de madera, ambos la abrieron y entraron a la gigantesca recepción, estaba adornada con lo que parecía oro y plata con murales llenos de colores vivos, mares y playas preciosas. La recepcionista habló con Killua, esta le dio una última mirada al alfa para luego suspirar y moverse afuera de su lindo escritorio.
—Hay muchos puntos descubiertos afuera— comentó y me dijo q que si se le puede dar susurro cerca de él, Killua asintió—. Si es verdad que esas personas llegarán aquí primero deberíamos tener almenos dos personas en las azoteas de los edificios cercanos.
—¿Olvidas que tú y yo seremos jurados?— le pregunto el alfa sin dejar de observar el hermoso mural de una de las paredes.
—Es más sencillo así— se alzó de hombros—. Tendremos oídos y ojos en ambos lugares.