𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐗

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𝟗

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𝟗. 𝐋𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐩𝐢𝐧𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞.

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La habitación completa estaba llena del sonido de la música, el toca-discos en la esquina de la habitación dejaba que la música llenará el lugar. Una voz femenina acompañada de trompetas y saxofón ayudaban a generar un ambiente solitario y casi tenebroso.

El agua del lavamanos también se escuchaba, el espejo estaba empañado por el agua caliente. Había sangre corriendo por el suelo que caía al desagüe. Gon tenía una mueca de dolor en su rostro mientras apretaba las manos en el lavabo, sus quijada estaba sellada por el dolor mientras se veía en el espejo.

O lo poco que este dejaba verlo.

We'll meet again
don't know where

don't know when
but I know we'll meet again

some sunny day

Gon golpeó el espejo hasta que este se rompió y lastimó sus propias manos haciendo cortes superficiales en sus nudillos que no se curaron de inmediato, al ver que las heridas superficiales no se curaba de inmediato hicieron que el omega solo sintiera un resentimiento puro quemar su garganta y pecho.

Miró sus manos llenas de sangre y al hacerlo el recuerdo de Aziz volvió a su mente como una bala que lo dejó por unos segundos viéndose. El odio a sí mismo creciendo en su pecho como la hiedra venenosa.

El sonido de la música no paraba y el vapor del agua caliente seguía rodeando toda el baño hasta salir a la habitación, Gon tomó jabón y empezó a hacer espuma intentando quitarse la sangre de las manos no sabía si era imaginaria o era real... solo quería quitarse la horrible sensación de tener la vida de alguien en sus manos de nuevo.

Entró a la regadera el agua caliente cayó en las heridas de su espalda haciéndolo jadear, el dolor cruzó desde su espalda hasta la punta de los pies, fue como si la sensación eclipsara todas las demás haciéndolo casi sollozar. Pero, aguantó... era su castigo, estas heridas eran el recordatorio de no haber sido más inteligente, más fuerte.

De haber sido ingenuo, estúpido.

Cae sobre sus rodillas cuando el agua comienza a salir fría y toca su cuerpo desde los hombros hasta pasar por las heridas lastimadas de su espalda.

Sale del baño tambaleante con una bata en su cuerpo, la música sigue sonando y las heridas arden. Cuando se recuesta en la cama lo único en lo que puede pensar es en la mirada de ¿Kuroro? ¿Así se llamaba? Esa horrible mirada divertida, encantada con algo más cruel, viéndolo como un ratoncillo de indias.

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⏰ Última actualización: 7 days ago ⏰

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𝙻𝚊 𝙽𝚊𝚌𝚒ó𝚗 𝚍𝚎𝚕 𝚂𝚘𝚕. 𝙺𝚒𝚕𝚕𝚞𝚐𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora