𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈

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𝟕

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𝟕. 𝐋𝐚 𝐜𝐚𝐥𝐦𝐚 𝐲 𝐬𝐮 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚.

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—Pensamos que te perdíamos— dijo Kurapika en la silla frente a su cama—. Es bueno ver que estas bien.

—Si...— apretó las cobijas con fuerza—. Lo siento.

Kurapika se alzó de hombros:—Fuimos ingenuos al pensar que... Ellos no nos seguirían— puso una mano sobre la suya—. Pero creo que con lo que paso— parecía que estaba estudiando que decir—. Nos perdieron el rastro.

—Por supuesto— no creía que fuera así, seguramente los encontrarían de nuevo—. Eso me calma, un poco.

—A todos— le sonrió fraternal—. Por ahora cálmate— se levantó recogiendo algunos libros—. Viviremos como civiles antes de que ya sabes tengamos un trabajo o encontremos información de la familia de Ori.

—Gracias Kurapika— le sonrió genuino—. ¿Sabes cuando veremos a la amiga de Killua?

—Aún no llega— colocó los libros en su regazo sobre la colcha—. Pero sus viajes a la ciudad no son muy largos, a ella no le gustan.

—Ya veo— asintió mirando la luz—. ¿Puedo... ya sabes caminar?

—No— dijo con severidad pero con cierto cariño—. Despertaste hace poco Gon.

—Me siento mejor...

—No— camino a la puerta—. Al menos por unos días más— tomó el picaporte de la puerta—. Dejaré la puerta abierta, ya sabes— con la mirada señaló a la campana que estaba en la mesa de noche—. Si necesitas algo toca la campana.

Rodo los ojos pero asintió, el rubio salió de la habitación. Suspiro, cuando despertó tenía vendas por todos lados, no ha querido ver... Su cuerpo porque ya sabía que encontraría ahí, ¿Leorio las habrá visto? Hasta ahora quién ha venido a ayudarlo con sus vendajes es Jingū, esperaba que aquel día haya sido así también.

Miro tras la ventana, abajo en el patio se podían ver a Leorio barriendo lo que parecía escremento mientras que Bisky cortaba leña con un hacha. Ori no estaba en la casa, se acostó de lado para que su espalda no rozara de más con la tela de la playera, cerró los ojos intentando dormir.

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𝙻𝚊 𝙽𝚊𝚌𝚒ó𝚗 𝚍𝚎𝚕 𝚂𝚘𝚕. 𝙺𝚒𝚕𝚕𝚞𝚐𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora