◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇
El mundo siempre fue un misterio para él, uno que sabía jamás lograría conocer; al menos no como en realidad deseaba. La idea de pasar sus años sin conocer de sí mismo, ni de aprender que había más allá de Yamatai lo dejaban e...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝟖. 𝐋𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐦𝐞𝐬í.
ⵈ━═════════╗◊╔═════════━ⵈ
Después de unos veinte minutos el invitado se fue de la granja con una mueca complicada de leer. Gon no quiso preguntar nada cuando Killua salió de la habitación y Kurapika lo atacó con demasiadas preguntas tampoco se quedó para escuchar las respuestas, estaba cansado, por lo que decidió trabajar su curiosidad –incomodidad– en la soledad de su habitación.
Con Ori leyendo en su propia cama y los pensamientos nadando en su mente como fuertes mareas. Simplemente había algo muy raro en ese chico y en absolutamente todo.
Su espalda ardió y la sintió húmeda por lo que camino al espejo que estaba en la habitación y se miro en el, estaba sangrando. Suspiro, no quería salir pero tampoco quería quedarse así, seguramente Jingū ya estaba durmiendo y...
—Gon, ¿qué te paso?— preguntó Ori dejando el libro en la cama mientras se bajaba con una mueca asustada—. ¿Voy por... Leorio?
—No— negó con gentileza—. Es un rasguño, nada de que preocuparse.
—Estas sangrando— el niño ya estaba a su lado con ojos brillantes y redondos a punto de llorar—. ¿Hay algo que pueda hacer?
Se mordió el labio, se había visto muchas veces en el espejo para saber lo grotesco qué se podía ver, no quería que Ori lo viera así. Se asustaría, pero si era verdad que entre más tardaba peor se ponía.
—¿Me prometes que no te asustaras?— el niño cambio esa mirada triste y aterrada por una valiente cerrando sus puños con fuerza—. ¿Y que tampoco dirás nada? Es un secreto.
—Lo haré— sonrió el niño levemente—. Aunque no me gusten los secretos.
—Ni a mi— suspiro caminando a un gran recipiente de cerámica que tenia agua hasta la mitad y tomando un trapo mojado—. Ahora, solo pasaras esto en las heridas con cuidado y luego echaras un ungüento, ¿entendido?
—¡Entendido!— el niño tomo la tela húmeda y ayudo a Gon a sacar el ungüento de color verde de una de las mesas, el moreno se sentó en el suelo levantando su camisa y mostrando su espalda.
Ori retuvo la respiración por un momento, vio líneas en diferentes direcciones llenas de sangre y pus, la piel se abría si Gon se movía mucho, sintió sus manos temblar cuando el único pensamiento que le venía a su mente era ¿Quién? ¿Quién pudo lastimar de esa forma a Gon? Habían unas pequeñas que iban desde los hombros que parecían cicatrizadas.