𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕

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𝟓

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𝟓. 𝐔𝐧𝐚 𝐟𝐚𝐦𝐢𝐥𝐢𝐚, 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐚𝐝𝐚. 𝐔𝐧 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐢𝐧𝐢𝐜𝐢𝐨.

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Está era su primera vez en una taberna, había escuchado de su padre en su tiempo de ellas de hecho de niño pensaba que debía ser un lugar increíble para que el hombre fuera todas las noches y volviera hasta  tarde a su casa, escuchaba de ellas gracias a los alfas que practicaban con ellos siempre con sonrisas complices y anhelantes como si en esos lugares hubieran encontrado el amor. Luck... No era de los que amaban esos lugares, pero llegó a acompañar a sus compañeros a esos lugares.

Pero ahora viéndolo por si mismo... No podía ser un lugar más soso, las luces eran bajas y en una esquina del gran lugar había un pequeño escenario con músicos que tocaban alegres canciones que eran muy diferentes a las de Slunce, más vivaces. La otra cosa que le sorprendió fueron los muchos omegas que se encontraban en el lugar ya sea bebiendo o como meseros.

Mujeres que mostraban parte de su busto con esas blusas blancas por los hombros y faldas largas llenas de holanes, los omegas masculinos dejaban ver sus cuellos y hombros luciendo sonrisas coquetas a los alfas que les pedían más alcohol y que ellos con gusto daban.

Era... Ciertamente muy diferente.

Una incómoda sensación se poso en su pecho, había escuchado gracias a sus maestros que afuera de Slunce los omegas seguían siendo tratados con humillación y como simples objetos sexuales, Gon vio a los omegas algunos se veían hastiados como si ya quisieran irse limitándose a dejar la comida y bebida, otros más extrovertidos sonreían con los borrachos e incluso bailaban junto a ellos entre risas risueñas y gestos coquetos.

Quiso retener el hilo de pensamientos que tenía en su cabeza, le parecía de mal gusto que los omegas no se respetarán y mucho peor que los alfas vieran el escote pronunciado sin ningún tipo de disimulo. Pero, creía que no podía juzgar lo que sus ojos veían con las propias enseñanzas que le dieron.

—¿Estás bien?— la pregunta vino de su lado izquierdo, Kurapika le veía con preocupación.

—Si— mintió sin dejar de mirar a la omega de ojos verdes y pelos cafés que se dirigía a su mesa.

—Oh, si a mí tampoco me gusta— eso le hizo mirarlo, sinceramente estaba debatiéndose en sus pensamientos. No era quien para juzgar como vivían estas personas; sentía que él al ser un extranjero no tenía derecho a hacerlo—. Pero de esto se vive por aquí, deben aguantar a tanto borracho se le ponga encima— miro a su alrededor, no lo había pensado así—. Si los acosan de más, son protegidos mira— arriba habían cuatro hombres mirando hacia abajo hablaban entre ellos con cigarros en sus manos—. Es su trabajo.

Su trabajo, vio a una omega rubia con una sonrisa que luego paso a un ceño fruncido pues el hombre pareció haberle hecho o dicho algo que la molesto. Sinceramente empezaba a admirarlos él no podría siquiera soportar una mirada llena de deseo en su cuerpo, mucho menos el aliento de los alfas en su oído.

𝙻𝚊 𝙽𝚊𝚌𝚒ó𝚗 𝚍𝚎𝚕 𝚂𝚘𝚕. 𝙺𝚒𝚕𝚕𝚞𝚐𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora