Marcus se acercó a mí tiempo después y me ayudó a levantarme del pastizal, para luego estrechar mi cuerpo entre sus brazos y darme un poco de sosiego.
—Quiero ir a casa ahora que estamos aquí —le pedí, alejándome un poco de sus brazos—. Por favor.
—De acuerdo.
Fuimos al auto y di un largo suspiro, viendo con atención cada calle. No sé por qué elegimos Búfalo para vivir, todavía trato de descubrir la razón, pero en el mismo instante en que llegamos a la casa que compramos recién nos comprometimos, me dio al menos la respuesta más importante de todas. Gonzalo y yo elegimos una casa donde pudiéramos no solo vivir nuestra vida juntos, sino también donde pudiéramos realizar cada uno de nuestros sueños tomados de las manos.
Observé la casa desde el auto, recordando los pocos días que vivimos aquí y fuimos tan felices uno en brazos del otro, llenando cada rincón con mi risa, mi creatividad y su inigualable pasión.
La casa es de dos plantas, en la primera hay una tienda de insumos que estábamos terminando de arreglar para abrirla tan pronto regresaramos de nuestra pequeña luna de miel en España, y en la segunda planta se encuentra nuestro hogar. La casa es tan grande, la quisimos así porque teníamos muchas ganas de tener una familia grande.
Cerré los ojos con fuerza al verme abatida ante los recuerdos. ¿Por qué nos tuvo que pasar esto a nosotros? ¿Por qué la desgracia llegó a nuestro hogar cuando mejor nos sentíamos?
—Podemos dejar esto para después, calabacín. No sigas haciéndote más daño al venir aquí.
—No es fácil dejar de lado los recuerdos, Marcus. Cada día, sin importar qué, vivo con el constante sueño de verlo regresar, que todo esto no ha sido más que una horrible pesadilla y está visitando a sus padres —un nudo se formó en mi garganta—. Lo necesito, Marcus. Quiero a mi esposo de vuelta... yo no quiero seguir viviendo así.
Marcus me abrazó y acarició mi espalda mientras de nuevo volvía a llorar sin control alguno. No sé hasta cuándo vaya a dejar de sentir este vacío y dolor en mi pecho, pero estoy empezando a creer que permanecerá toda una vida, por lo menos hasta que deje de respirar.
—Regresemos a casa, ¿sí? Necesitas descansar y tomar tus medicamentos.
—No quiero seguir tomándolos —confesé—. Son de ayuda, me mantienen tranquila durante un rato, pero cuando el efecto pasa, la realidad me embiste con todas sus fuerzas una vez más.
Mi hermano me consoló como tantas veces, dándome palabras de aliento y acariciándome como cuando éramos pequeños y tenía miedo de mi nueva vida.
Me arrulló hasta que el cansancio y el dolor de cabeza se apoderaron de mí y quedé profundamente dormida.
***
Podía decirse que todo iba bien hasta que fui a visitar a Gonza, pues había empezado a tener poca mejoría con las terapias y los medicamentos, pero estrellarme de nuevo con la realidad me hundió a ese punto muerto del cual no encuentro una salida.No he salido de mi habitación desde hace una semana. Como muy poco y me mantengo en un silencio que amenaza con explotar todo a mi alrededor en cualquier instante. Mamá me obliga a tomar los medicamentos, pero muchas veces termino discutiendo con ella porque no quiero seguir con el tratamiento de la Dra. Cavalier y el de mi pierna.
De alguna manera me estoy dejando morir, quizás sea cierto lo que dice mi madre, pero siendo sincera, no tengo nada por lo que vivir.
—¿Cómo estás, calabacín?
Marcus se sentó en el borde de la cama y me miró con fijeza, esperando una respuesta que nunca llegó. Soltó un largo suspiro y se recostó a mi lado, observando el techo de mi habitación.
—Recuerdo cuando lo pintaste, mamá por poco enloquece, pero después de que acabaste, quedó tan maravillada con tu talento que te permitió darle vida a cada espacio muerto de esta casa —dijo y miré el techo, donde el universo, pintado en una explosión de colores, me recordó que incluso la inspiración y las ganas las perdí—. Pensábamos que te irías por el arte, ¿sabes? Siempre has tenido gran creatividad. Debo confesar que nos sorprendió mucho que hayas elegido diseño de interiores como tu carrera.
De nuevo un silencio se instaló entre nosotros y mis ojos se llenaron de lágrimas. Quisiera poder expresarme mediante dibujos sin sentido y cientos de colores como lo hacía hace unos años, pero lo cierto es que ya no tengo nada que expresar. Ahora soy como un mueble más de casa, un objeto que día a día pierde su valor y su belleza y que se va a deteriorando con el paso del tiempo.
—Te extraño, Margot —la confesión de mi hermano me rompió por dentro—. Extraño a mi alocada y alegre hermanita menor.
—Creo que nunca volveré a ser la misma...
—Sí volverás, solo necesitas un poco más de tiempo para sanar tus heridas. No es fácil, Margot, pero no te rindas. No tires la toalla a la primera. Sigue intentándolo, yo confío en ti y en tu fuerza.
—No quiero que sigan acabando su vida por mí. Por mucho tiempo he sido egoísta y he detenido sus vidas. Mamá no debería hacer tantos sacrificios por mí y tú deberías estar buscando una novia, formando una familia y viviendo tu vejez al máximo en lugar de velar por mí.
Soltó una risita divertida.
—Tengo veintinueve, calabacín, no cincuenta. Y, aunque Anahí es la mujer de mi vida, todavía no quiero pensar en matrimonio —suspiró—. Tú no has detenido nada, cariño. Nosotros somos tu familia y la verdadera familia jamás le da la espalda a uno de los suyos. Digas lo que digas, nosotros siempre vamos a estar contigo.
—Anahí ha esperado por mucho tiempo que le propongas matrimonio —le confesé, haciendo que se sentara de golpe en la cama—. Ella te ama con locura.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque lo presiento. Han sido novios desde que estaban en la escuela. Fueron el primer amor del otro y han permanecido juntos pese a que son tan opuestos. ¿Sabes por qué? Porque el amor que se tienen es muy fuerte y es capaz de minimizar todo lo malo, así que no sigas dejando pasar más tiempo. Ella es la indicada para ti, así como tú eres el indicado para ella. Haznos un favor, narizón, pídele matrimonio a esa mujer y lárgate de esta casa de una vez por todas. Sé feliz, por favor.
Besó mi mejilla con emoción y salió de la habitación con el teléfono en mano, seguramente llamando a su novia.
No puedo soportar ver más a mi hermano y a mi madre acabando sus vidas por mi culpa. No merezco todo lo que hacen por mí, así que procuraré no darles más dolores de cabeza, después de todo, deben estar tan cansados como yo de vivir de esta manera.
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Volver a empezar[✓]
RomanceLa vida en muchas ocasiones nos despliega diferentes caminos, llevándonos a un destino totalmente opuesto al que nos habíamos idealizado. Margot estaba en la mejor etapa de su vida, era feliz junto a su novio y futuro esposo, pero en un solo instant...