El verdadero amor

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Margot

Ahora que me he quitado la venda de tristeza que traía puesta en el alma, me he dado cuenta del mundo que existe a mi alrededor, de las personas que han permanecido a mi lado desde que mi vida dio un giro brutal y todo cambió.

Pienso en mi madre y trato de hacer su vida más llevadera y no hacerla preocupar más por mí, ella ya sufrió lo suficiente con todo lo que sucedió. Mi hermano ahora tiene una vida muy aparte con su familia, siendo feliz junto a ellos. Mi mejor amiga sigue estando a mi lado, pero ya no la cargo con mi soledad y mis quejas. Ellos merecen su felicidad, tanto como yo la merezco.

El sol por fin salió luego de tanta tempestad. Los recuerdos siguen estando presentes en mi mente y en mi corazón, pero ya no laceran como antes. Gonza está tatuado en mi ser y estará hasta el fin de mis días en el baúl de mis más bellos recuerdos. Agradezco mucho haberlo conocido y compartido tanto con él. Me enseñó muchas cosas bonitas que guardaré para siempre en mi corazón.

Hay momentos para todo en esta vida. Fui muy feliz junto a un hombre bueno y de gran corazón, sufrí con su partida y la desgracia que me cobijó, y ahora al fin estoy encontrando algo de luz en los brazos de un hombre que sobrepasa todo límite.

Gabriel se ha empeñado conmigo en una buena manera. Se preocupa mucho por mí, me ayuda en todo lo que necesito y que por mi cuenta no puedo hacer, me abraza en el instante que más lo necesito y sin pedirle que lo haga, y me hace sentir la mujer más bella y querida de este mundo. Con solo una mirada, me demuestra lo que significo para él.

No sé hasta dónde vamos a llegar, si lo nuestro tendrá algún futuro o morirá con el paso del tiempo, pero lo que ahora importa y me hace feliz es todo lo que ese hombre despierta en mí.

En mi corazón siempre va a existir ese miedo por la falta de mi pierna, pero eso a él parece no importarle. Me ha visto semidesnuda una sola vez y aún recuerdo a la perfección cada una de las palabras que me dijo, de la forma en que sus labios se deslizaron por mi piel sin miedo ni vergüenza y me hicieron enloquecer, en esa mirada tan ardiente y hambrienta que me dedicó y últimamente he visto en él.

Gabriel despierta en mí todo un manojo de emociones y sentimientos que me aterran, pero a la vez me hacen volar en lo más alto del cielo. Sus brazos se sienten como el mismísimo paraíso.

Hace un mes decidí darme una oportunidad con un hombre que me ha demostrado con hechos y palabras que para querer no se necesita nada más que un sentimiento puro y que sea sincero. Tengo claro que, si Gabriel me acepta tal como soy y como estoy, es porque sus sentimientos por mí son muy grandes y reales.

Y eso es algo que me produce mucho miedo, porque todavía se me hace difícil creer que una persona pueda despertar sentimientos de tal magnitud en tan poco tiempo. El amor funciona de cientos de maneras y, así como él siente por mí, yo también he ido desarrollando un sentimiento mucho más fuerte por él.

No lo amo con todas las fuerzas de mi corazón, pero sí lo quiero y lo aprecio mucho. Él me ha demostrado que es un hombre que sí vale la pena, alguien de bonitos sentimientos y que brinda sin pedir nada a cambio. Es un hombre perfecto, alguien que merece lo mejor de este mundo. Siempre está dispuesto a ayudar a todos sin importarle nada.

He hablado con Gabriel y le pedí tiempo para hacer pública nuestra relación. Mi madre y mi hermano no saben que nosotros tenemos algo, pero sí lo presienten o al menos saben que el hombre guarda sentimientos por mí, ya que insisten que se le nota cada vez que se queda mirándome sin que me dé cuenta.

No es que sienta vergüenza o quiera mantener en secreto nuestra relación, pero es que todavía no me siento lista de decirle a las personas que están día a día a mi lado que he encontrado una nueva ilusión que me ha hecho sonreír y devolverme a la vida.

No me quiero ilusionar tanto y luego caerme de lo más alto del cielo, porque otro golpe no lo soportaría. He luchado mucho por salir de la soledad y la tristeza y no me gustaría caer una vez más en ese pozo. Pero no puedo tapar el sol con un dedo, sé que los sentimientos de Gabriel pueden cambiar en cualquier momento, más cuando tiene que tratar con una mujer como yo, que teme a cada paso que vaya a dar.

—¿Puedo hacerte una pregunta, cariño? —inquirió mi madre, sentándose a mi lado.

—Ya hiciste una —bromeé y mamá soltó una risita—. Dime lo que necesitas saber.

Guardó silencio por un par de segundos, quizás pensando en las palabras que me diría. Nos encontrábamos en el jardín de la casa, viendo el hermoso atardecer en compañía de una taza de café mientras esperaba impaciente que llegara Gabriel a visitarme.

Viene cada noche a casa, se está con nosotras por un par de horas y se queda a cenar. Mi madre y él llevan una buena relación, ambos son agradables y suelen bromear constantemente sobre una cosa y otra. Gabriel se da a querer con suma facilidad, porque es un hombre que entra en las personas con su bonita y agradable forma de ser.

—Quiero que seas muy sincera conmigo. ¿Tienes algo con Gabriel?

Miré a mi madre con el corazón latiendo cada vez más rápido en mi pecho y una sonrisa delatadora en mi rostro.

—No tienes que ocultarme las cosas a mí, mi amor. Sabes que nunca te juzgaría, todo lo contrario, siempre te apoyaré en cada decisión que tomes en la vida. Además, eres una chica muy joven. Es normal que el amor llegue a tu vida una vez más, aún sin necesidad de estar buscándolo.

—Gabriel me pidió una oportunidad y yo se la di, mamá. Es extraño y curioso, porque no tuve que pensar mucho para decirle que sí, pero no puedo ocultarte a ti el miedo que siento. Muchas veces no sé qué decirle, él es tan bueno conmigo y me tiene una paciencia que parece irreal. Siempre tiene palabras de aliento para decirme y, en lugar de enojarse cuando le pido que me lleve al cementerio a visitar a Gonza y a mi bebé, me hace compañía en silencio y me da un fuerte abrazo cuando el sentimiento de agobio me ataca. A veces pienso que no merezco el amor y la atención de un hombre que me está dando más de lo que no debería.

—Cuando tú amas a una persona, no te importa absolutamente nada de ella, solo hacerla feliz. Quieres verla bien cada segundo del día, quieres que sonría hasta por el más mínimo detalle y esperas pacientemente y con el corazón latiendo lleno de ilusión que acepte tus sentimientos. Cuando amas de verdad, no te importa el pasado de esa persona, ni las circunstancias en las que se encuentre ni mucho menos la apariencia que tenga. Una persona que ame de verdad siempre va a velar por ti, va a preocuparse, va a estar a tu lado en el momento más feliz y miserable de tu vida, va ser tu apoyo incondicional y, aunque puede llegar a cansarse algún día, si te ama de verdad, va a luchar por ti hasta el final —sonrió, tomando mi mano con cariño—. Gabriel te ama, hija. Él te hace mucho bien. Te hace sonreír ante la sola idea de pensarlo. He visto en tu mirada esa ilusión y ese amor cada que lo ves llegar. He visto cómo lo esperas llena de emoción cada tarde y cada mañana. Es normal sentir miedo, porque el amor despierta en nosotros un sinnúmero de sentimientos, pero si tú también estás dispuesta a amarlo como él lo hace, ¿por qué cohibirte? ¿Por qué no demostrarle que también es muy importante para ti y que lo amas? El miedo hace parte de nosotros, pero amar sin miedo es lo más bonito que puede existir, porque no habrá nada ni nadie que los detenga. Yo, sinceramente, me siento muy feliz de verte llena de ilusiones y vida. Esa sonrisa que ahora dibujas en el rostro, solo la puede provocar el verdadero amor.

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