Buena relación

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Gabriel se mantuvo en completo silencio, en un pasmo que me preocupó y me puso el doble de ansiosa. Estábamos en el medio de la calle, obstaculizando el paso de uno de los carriles. Los autos que venían detrás nuestro hacían sonar el claxon de manera desesperada e insistente mientras le gritaban al hombre junto a mí que avanzara o se hiciera a un lado.

—Será mejor que avances, Gabriel. Estamos formando sendo trancón.

—¿Me estás gastando una broma, Margot? —inquirió—. Con los deseos y las ilusiones de las personas no se juegan.

—¿Me ves riendo? ¿Tú me crees capaz de jugar con algo tan delicado como un bebé? Tú, más que nadie, conoce de mi anhelo de ser madre. Jamás jugaría con la vida de un bebé, menos con la del nuestro.

Volvió a callar por breves instantes, antes de acercar su rostro al mío y sonreírme. Su cercanía alteró los latidos de mi corazón, avivó mis ganas de tomar posesión de su boca y fundirme en el dulce y apisonado sabor de ella.

—¿Seremos papás? ¿Aquí hay un bebé tuyo y mío? —puso su mano sobre mi vientre y sentí que allí mismo desfallecería.

—Sí, hay un pequeño ángel ahí dentro. Tuyo y mío.

Esa mirada verdosa tan bonita brillaba como nunca lo había visto. Sus ojos se llenaron de lágrimas y esa sonrisa que se formó en sus labios era tan grande y contagiosa. Acarició mi vientre con suavidad, erizando cada vello de mi piel ante su delicado tacto.

—No sé qué decirte ni lo que debo hacer, pero jamás los dejaré solos. Dios mío, no puedo creer que vaya a tener un hijo —me miró y sonreí—. Gracias por darme tan bonita sorpresa. Me haces el hombre más feliz de este mundo.

Cerré los ojos y contuve el suspiro que pretendía salir de mi boca en el instante que presionó sus labios en mi mejilla, tomándose el tiempo de hacerme sentir su boca una vez más sobre mi piel. Aunque no fuera el beso deseado, para mí era más que suficiente. Podía conformarme con sus labios en mi mejilla y su leve toque de sus manos en las mías.

—El doctor me dijo que no me ilusionara de más, que cualquier cosa podría pasar conforme fuese avanzando el embarazo. Me ordenaron estar en completo reposo y no esforzarme de más. El doctor teme que más adelante pueda sufrir de un aborto espontáneo, pero de momento el bebé está en perfecto estado —le expliqué, pues él merece saber toda la verdad—. Te digo esto para que estés preparado para cualquier eventualidad. No quiero esconderte nada, porque es tu hijo y tú mereces saber todo lo que suceda con él.

—Gracias por decirme para estar preparado, pero yo sé que mi pequeño ángel nacerá sano y fuerte. Es un Mackenzie —sonrió, alejándose un poco de mí—. Si el doctor te recomendó estar en reposo, ¿qué haces fuera de la cama, mujer? Es más, ¿por qué viniste a ayudar con la mudanza si no puedes hacer fuerza? No abuses, Mago. Debes cuidarte y cuidar de nuestro ángel.

Sentí que mi alma se alzaba por los cielos. Verlo tan preocupado por mí y nuestro hijo, me genera gran ternura. Tenía miedo de su reacción, pero fue mucho mejor de lo que pude imaginar.

—Realmente la mudanza fue una excusa para verte. Digo, pues para decirte sobre mi embarazo.

—Ya veo —soltó una risita, pero de inmediato se puso serio—. No vuelvas a salir, a menos que vayas con tu madre, tu hermano, tu cuñada o conmigo. No me gusta que andes por ahí en cualquier taxi o en el autobus. Puedes llamarme a la hora que quieras, sabes que estoy disponible para ti siempre que me necesites. Si no te molesta, me gustaría hablar con tu médico, ya sabes, tengo algunas dudas que me gustaría resolver.

—Puedes venir conmigo al siguiente control, es en un mes. Como te había dicho antes, iré de viaje por unos días con mamá a la casa del lago de Marcus. Son unas pequeñas vacaciones que necesitamos, además de eso, la casa queda en el medio de la naturaleza y podré tener la paz que tanto necesito.

—¿Estás asistiendo a tus terapias? —preguntó.

—Sí, a las de mi pierna y con mi psicóloga. Aún tengo mucho por sanar y dejar en el olvido, pero voy por buen camino. Por mí, por mi hijo y por todos los que me rodean, es que estoy saliendo adelante.

—Me hace feliz escuchar eso, aunque no me gustaría estar lejos de ti y del bebé. ¿Puedo ir con ustedes?

—¿Y tu trabajo?

—Hace mucho que no tengo unas buenas vacaciones —encendió el auto—. Quiero estar en la vida de mi hijo, eso incluye en cada etapa del embarazo. Además, aprovechamos y solucionamos nuestras diferencias. Tenemos que llevar buena relación por nuestro ángel, ¿no crees?

—Por supuesto, tenemos que tener una buena relación —murmuré, desviando la vista al frente.

—¿Puedo darte un beso? —dijo y mi corazón se agitó de sobremanera.

—S-sí.

Cerré los ojos, esperando que sus labios hicieran contacto con los míos, pero su boca se plasmó en mi vientre, directanente en mi piel porque subió mi blusa. Gabriel permaneció allí largos segundos, besando intermitente mientras susurraba palabras que no lograba comprender del todo. A ojos de las personas que pasaban por nuestro lado y le gritaban por no mover el auto. parecía que estuviese en una sucia posición, pero él solo estaba entablando su primer contacto con su hijo.

—Una preciosidad es mi angel —escuché su voz muy cerca de mi oido y me estremecí—, ¿Te llevo a casa?

—Por favor...

No podía con su cercanía, el suave y varonil susurro de su voz y ese olor tan exquisito que me embriaga en segundos. Sé que será difícil convivir con Gabriel el tiempo que estemos en la casa de campo, pero no le puedo negar la entrada a la vida de nuestro hijo solo porque altera mis sentidos y me pone a alucinar en cuestión de segundos. No tengo más opción que guardar mis sentimientos en lo más profundo de mi corazón y conformarme con la buena relación que vamos a establecer por el bienestar de nuestro hijo.

El sonido de varios cláxones y las palabras de los conductores, nos sacaron de la burbuja en la que nos habíamos sumergido. No pude evitar reír por todo lo que nos decían.

—¡Váyanse al carajo! ¡Voy a ser papá y se me dio la gana de celebrar en medio de la calle, así que jodánse! —gritó Gabriel, haciéndome reír. 

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