Molestia

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Luego de un largo día trabajando en el primer plano del edificio en el terreno de la Srta. Wilson, llegué al hotel, cansado y hambriento. Tomé un relajante baño, bajé al restaurante y comí junto a mi secretaria, mientras hablábamos de trivialidades y comentábamos algo relacionado al trabajo.

—Entonces, ¿yo también debo quedarme aquí?

—No lo creo, tenemos más de un proyecto y debemos estar viajando constantemente. Por el momento me quedaré yo mientras termino de hacer los planos del edificio. A ti te necesito en la oficina, haciendo frente a los demás clientes y dándole una mano a Keith en los proyectos de menor envergadura.

—Entiendo —asintió.

—Puedes regresar a casa mañana mismo o, si está bien para ti, hasta el lunes.

—Oh, Sr. Mackenzie, amo hacer mi trabajo y viajar de su mano, pero tengo una chiquilla hermosa que me espera antes del domingo.

Sonreí, imaginando tener una familia y llegar a casa luego de un largo o corto viaje de trabajo. Una linda esposa y muchos hijos es lo que siempre he querido tener, pero todavía no he encontrado una mujer que me haga despertar todas esas ilusiones, que me atrape entre sus brazos y su corazón hasta la muerte y sea capaz de enamorarme cada segundo del día más y más. ¿Cuándo llegará la mujer indicada para mí?

—¿Cuándo llevas a Thais a la oficina? Es tan tierna e inteligente. Hay otro ambiente cuando ella va.

—Pronto. Ella es feliz cuando me acompaña —sonrió—. Pero la oficina no es un lugar para ella, más ahora que tenemos tanto trabajo.

—Sabes que no tengo problema con que lleves a Thais —levanté la mirada al escuchar una risa conocida y los latidos de mi corazón fueron en aumento—. Ella ilumina la oficina cada vez que va.

Miré a la bruja loca pasando por el lado de nuestra mesa y su risa se pasmó al verme. Me dedicó una mala mirada, siguiendo el camino junto a dos chicos más hasta su mesa. Se veía sonriente y muy hermosa en ese vestido blanco ajustado en el pecho y suelto de las caderas hacia abajo. Su forma de vestir me recuerda tanto a Melanie, pues es fan de usar vestidos muy largos, pero escotados. Su cabello negro suelto y brillante le daba ese toque perfecto entre la inocencia y la maldad. Más sus labios rojos, que se veían tan carnosos y suaves a simple vista. Es toda una preciosidad, lástima que esté tan loca y sea una mentirosilla de las grandes ligas.

Se veía tan hermosa que no pude apartar la mirada de su cuerpo hasta que tomó asiento y me hizo cara de pocos amigos al darse cuenta de que la seguía observando.

No sé qué rayos tenga esa mujer, pero es que su sola presencia me llama a admirarla por largos minutos. Es hermosa, tiene una mirada demasiado extraña, curiosa y llena de contradicciones, aunque también tiene temple y valentía. Sea lo que sea que tenga, cada vez me llama y me interesa más.

Para fastidiarla e irritarla, decidí mirarla fijamente por largo rato, lo que la mantenía con el ceño fruncido y desviando su mirada cada tanto de mí. Se veía molesta, pero también inquieta y puedo hasta jurar algo nerviosa. Comía y hablaba, más no podía dejar de mirarme al igual que yo.

Puedo sentir una fuerte conexión con ella, algo extraño y que me confunde, pero que me hace querer seguir mirándola, que me hace desear volver a encontrarme una vez más con ella y acrecienta ese gusto y atracción momentánea que surgió desde la primera vez que nos tropezamos. Que, en lugar de apartarme la mirada e ignorar mi presencia, me la sostenga y me haga cientos de preguntas silenciosas, me hace querer más de estos encuentros tan sorpresivos y explosivos. Me reta con la mirada, pero no es de esas mujeres que se rinden, todo lo contrario, me quedó bastante claro que le gusta dar pelea.

—Ella es la misma chica con la que tuviste una discusión en el centro comercial hace unos días, ¿no es así, Sr. Mackenzie? —la voz de mi secretaria cortó nuestra conexión de miradas—. ¿La conoces de algún lado?

—Es ella —sonreí divertido—. Y es la cuarta vez que la veo en mi vida. Siempre que me la encuentro, terminamos discutiendo. Es una loca. ¿Ahora sí crees en mi mala suerte?

Soltó una risita, negando con la cabeza.

—Jamás te había visto discutir con una mujer, mucho menos ser tan grosero con una —giró la cabeza y la miró sin disimulo alguno—. Es muy bonita. ¿Te gusta?

«Sí, me encanta, pero es una loca», respondí en mi pensamiento y sacudí la cabeza.

—Me gustó hasta que la conocí y me di cuenta de que es una mentirosa y una loca —aparté la mirada de la pelinegra y me encogí de hombros—. Como que estoy destinado a ese tipo de mujer, por lo que prefiero estar solo que mal acompañado. 

—Pronto llegará la mujer indicada y serás el hombre más feliz con su locura —rio—. A todos nos hace falta un par de tornillos. No somos perfectos. 

—No busco perfección... solo una mujer buena y de bonitos sentimientos, que me ame en las buenas y en las malas y sea mi fiel amante y compañera. ¿Pido mucho? 

—Por supuesto que no, todos merecemos eso y más. 

Miré de nuevo a esa mujer que tanto me llama la atención y mi corazón se saltó un latido cuando le sonrió a la chica que le mostraba algo en su teléfono y hablaban entre ellas. Sus ojos brillaban y su sonrisa era tan bonita. Parece un ángel, más con ese vestido blanco acentuando su piel pálida, su cabello negro y esos ojos tan azules como el mar. 

Me gusta mucho, desde el primer instante que la vi, me dejó completamente hechizado, pero tengo que meterme en la cabeza que nunca pasará nada con esa mujer. Ella está casada y, aunque ya no lleve la alianza en su mano, sé que de la noche a la mañana no dejó de estarlo. Puede que se haya separado y ya no esté junto a él, pero y si todavía está con su esposo y solo se trata de una pelea, ¿dónde quedo yo? Lo mejor es no tener líos, menos con una mujer ajena.

La vi ponerse de pie y salir ella sola luego de despedirse de sus acompañantes. No sé qué me llevó a apresúrame a terminar de comer y seguirla, pero ahí me encontraba, caminando lentamente detrás de ella y a una distancia prudente. Pensé que tomaría el ascensor para dirigirse a su habitación, pero se dirigió a la salida del hotel.

Caminó a paso lento por los alrededores hasta que se sentó en una banca a observar la espléndida vista del lago Ontario. No me acerqué de momento, aunque sí tenía toda la intención de hablarle y hacer las paces, pero me causó curiosidad que se cubriera el rostro antes de que su cuerpo empezara a temblar y sus sollozos se hicieran audibles a mis oídos. 

—Te extraño tanto —susurró, limpiándose las lágrimas—. ¿Recuerdas que prometimos venir juntos? No pudimos hacerlo, pero aquí estoy yo, cumpliendo la promesa por los dos, mi amor.

La observé llorar y, por alguna razón, sentí una fuerte opresión en el pecho que no me permitía acercarme, irme o decirle alguna palabra de aliento. Sentía una molestia y un nudo en mi garganta, más al verla llorar de esa manera tan desconsolada, pero no sabía si me molestaba verla llorar por alguien más o saber que extraña a ese hombre que parece amar todavía.

🍁

Hola, mis amores. Espero se encuentren muy bien.

No había podido actualizar antes porque me estaba mudando y ya saben que eso es todo un lío, pero aquí estoy de regreso dándole con toda. No tengo días fijos para actualizar, aun así, trato de subir lo más seguido posible.

Gracias por la paciencia y por el apoyo que me brindan.

Los quiero mucho 🩶

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