𝐂𝐎𝐃𝐈𝐆𝐎 𝐌𝐘𝐆𝟎𝟗𝟑 || 𝐘𝐎𝐎𝐍𝐌𝐈𝐍

ᴛʜɪʀᴛʏ sɪx ♡

La habitación en donde descansaban era llenada por sus risas y la música los acompañaba ligeramente. El aroma era fresco, la primavera estaba llegando por fin, por lo que las hojas de los árboles estaban tomando color nuevamente. La vista era agradable para ambas personas que permanecían echadas en la cama de uno de los dos. El pincel que Yoongi tenía en su mano se iba moviendo de forma calculada con el objetivo de que su trazo sea hecho como deseaba. Había hecho un diseño antes y ahora estaba copiándolo en la piel de su pareja, dejando a la vista distintos corazones de un mismo color. De vez en cuando se iban haciendo algunas estrellas y figura sin sentido.

El volumen que sobresalía en el brazo de su novia era tapado por pequeños dibujos. En medio de la cicatriz que tuvo mayor profundidad Yoongi trazo una figura circular, de la que saco dos círculos y pinto los ojos. Poco a poco una rana iba tomando forma, teniendo en su brazo una guitarra y de decoración agrego una hoja encima de su cabeza. Jimin se inclinó a verla y sintió su corazón retumbar en su pecho.

— Se parece a mí. — bromeo al ver por primera vez a aquellas marcas con una sonrisa.

Durante tanto tiempo Jimin había ignorado sus cicatrices, tapándolas o haciendo como si en verdad no existieran. Siempre que alguien le preguntaba sobre ellas solo lo ignoraba porque no se sentía lista. Con tan solo mantener su vista en ellas sentía que su corazón podía arder en llamas por los errores que cometió. Aquellas marcas solo le recordaban lo débil que era y como en un momento no pudo hacer más que lastimarse a sí misma como una cobarde. Cada que las veía recordaba las burlas y la sangre saliendo en gruesas gotas, mientas que con otra mano sostenía la navaja teñida de rojo.

Aún recordaba sus gritos ahogados cada que el filo era enterrado en su brazo, pero todo dolor físico era mucho mejor que el emocional. Siempre que dolía más, el corte era más profundo.

Pero ahora veía aquellas marcas cubiertas de tinta y el pincel de Yoongi que iba viajando de un lado a otro y ese malestar no estaba. Le daba cosquillas en algunas partes que Min iba sobando de forma juguetona. Aquel malestar que siempre la rodeaba no se encontraba y hacía que su culpa disminuyera. Ella sabía que no debía de usar a Min para olvidar todo su dolor porque le podía generar mayor daño cuando ya no este, pero él le había dicho que lo use para sanar. A pesar del tiempo Jimin reconocía que había heridas que no se habían curado del todo, pues las cicatrices más profundas tomaban tiempo en sanar, y Yoongi estaba dispuesto a ayudarla a cuidar aquellas heridas.

Ambos comprendieron que podían armar un hermoso castillo con todos esos ladrillos que le habían tirado a Jimin durante toda su adolescencia.

Jimin había entendido que había gastado mucho tiempo en pensar en aquellos sucesos que no podría cambiar. Era demasiado joven para centrarse en un solo evento que trataba de romper con balas su podre corazón, por lo que mejor ignorarlo y seguir adelante. Ella estaría demasiado ocupada viendo cosas divertidas y hermosas que los demonios del pasado se quedarían atrás. Y si alguien tendría que venir a hablar de las cosas que se rumorearon sobre ella en el pasado, no dudaría en decir que eran verdad y no se arrepentía de ser quien era. Sí, ella era una persona que no tenía en claro su identidad de género ni gustos, pero no tenía por qué prestarle atención. Era tan joven libre y viviría cada noche como un sueño, por lo que críticas ajenas le ya no le importaban.

Jimin tendría a Yoongi a su lado y ambos bailarían disfrutando de la hermosa vida que tenía. Al fin al cabo, las mejores personas eran las libres.

— Creo que ya está. — hablo Min luego de trazar la última estrella al final de una cicatriz que estaba en medio del antebrazo de su novia. — ¿Te gusta?

Jimin miro los dibujos de su pareja y sonrió enternecida. Él realmente había dibujado estrellas en sus cicatrices.

Tanto literal como metafóricamente. Con la presencia de Yoongi muchos de los problemas que Jimin sentía que le agobiaba empezaban a calmarse. En verdad con ayuda de su novio supo que su castillo de arena estaba construido por cosas sin tanto valor. Min había tomado el tiempo de ir recogiendo aquellos pedazos del alma de su pareja e ir colocándolos uno por uno en donde debían, para reconstruir a Jimin. Ahora ambos se podían ver y se podía saber que todo aquel mal que estaba presente se iba esfumando.