Capítulo 28: Recuento de Daños

1.1K 76 76
                                    

No todo está perdido. (4/4)

01 de Marzo de 2022 2:30 am, Ciudad de México.

Lilith Romanov.

Desde el momento en que Rosalba le mostró su habitación, no había logrado descansar en su interior y no porque le pareciera incómoda, más bien porque no podía quitar la vista de la puerta que comunicaba con el hasta ahora desconocido cuarto de la bebé que estaba cerrado. Esa misma puerta era la conexión al cuarto de Ferrara, que suponía que tenía una puerta idéntica en sus aposentos como acceso, era un punto medio entre su mundo y el suyo, el punto medio dónde habían pactado paz.

Lilith dio vueltas en la cama un par de horas al no poder conciliar el sueño. El entorno era oscuro, azul y terriblemente solitario. Aunque Ferrara ya no se encontrara a miles de kilómetros de ella, el precipicio en el que se había convertido su relación comenzaba a volverse imposible de cruzar.

Extrañaba esa parte suya que conversaba con ella durante la cena, le sonría y la besaba cada vez que le nacía, sin importar la presencia o ausencia de motivos para sus acciones. Extrañaba su mirada ilusionada, cariñosa y perversa que la desnudaba en segundos y la amaba a gritos.

Temía que la mujer que se había arrodillado frente a ella una vez en la vida, se hubiera perdido entre el tiempo y la traición, envuelta en la desesperación que jamás quiso causarle y en la pena que había prometido no provocarle. Ahora que sabía lo que Aysel iba a decirle aquella mañana en Moscú, Lilith se sentía peor al recordar su rostro destrozado y la manera en que huyó de ella, escapando de la realidad que ninguna de las dos entendía, Aysel porque era incapaz de aceptar que el amor de su vida la traicionó y Lilith porque no recordaba absolutamente nada de esa noche.

Después de su primera discusión y el encuentro con Dasha en su puerta, Romanov ingresó a su departamento y volvió a lavarse por completo, sintiendo que el agua no lavaba las huellas de su deslealtad y al mismo tiempo nadie podía borrar la huella innegable qué Ferrara dejó en ella. Sus caricias estaban grabadas en su espalda, en los surcos de tinta y porcelana que tantas veces recorrió en incontables ocasiones, estaba presente en sus labios, cuya fortuna fue grande al ser los primeros en conseguir la exclusividad de nunca haber sido rechazados por ella.

Escuchó el agudo sonido de una voz perturbando el imperante silencio y posterior a un llanto silencioso como sollozos indiscretos provenientes de la otra habitación. Romanov se sentó sobre la cama para asegurarse de que había escuchado el sonido y no era producto de su imaginación. Desconcertada, calló hasta el propio sonido de su respiración para volver a apreciar la mezcla de lamentos y sollozos en medio de la noche que la conducían hacia la habitación contigua donde se encontraba Aysel.

La rubia se levantó de la cama rápidamente y sin pensarlo intentó abrir la puerta que conectaba su cuarto con el de la bebé y el de Aysel, sin tener éxito. Se dirigió hacia el pasillo para llegar hasta la entrada de la otra recámara directamente. Sus pasos fueron certeros y los miedos de que algo le hubiera pasado a su esposa acribillaban su calma, pero cuando estaba a punto de tomar el pomo de la puerta y girarlo, Nerea la detuvo.

—No entres —la detuvo desde la oscuridad—. Tú eres la última persona en el mundo que necesita en estos momentos.

—Tengo que asegurarme de que está bien, gritó y al parecer está llorando, algo pudo haberle pasado —argumentó Lilith rodeando con su mano el pomo de la puerta.

—Grita y llora en sus sueños porque no es capaz de hacerlo despierta —contestó Nerea con toda seguridad—. Permanece inmutable mientras el sol está en el cielo, pero cuando este se oculta, ella también lo hace dentro de esas cuatro paredes y se permite ser tan vulnerable como quiera y no deja que nadie de nosotros se acerque.

RENESSANS | Segundo LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora