Capítulo 19: Inquietud

1K 55 31
                                    

04 de Julio de 2021 6:11 pm, Moscú Rusia.

Aysel Ferrara Ávila.

Una vez más avanzaba hacia la puerta de la mansión de sus suegros, donde les esperaban con una expresión ajena al regocijo. Sabía que tenía que acostumbrarse a las visitas incómodas, ya que, si planeaban tener una familia y que estuviera en contacto con los padres de Lilith, sería inevitable no recibir de su parte su desprecio cada vez que se atrevía a bajar del auto de lujo.

Nerea y Julio pudieron notar su tensión desde que le acompañaron a la visita, que ella misma consideró buena idea, pero ahora no estaba muy segura de lo que afirmó días antes en el comedor. Tras los primeros minutos de conversación en los que su prometida mencionó el tema de tener hijos, comprendió que a sus suegros no les desagradaba que su hija los tuviera, pero sí lo hacía que fuera con ella, una mujer que consideraban inferior por sus orígenes, la cantidad de bienes a su disposición y la reputación manchada por los escándalos del último año.

(Conversación en inglés)

Si están tan seguras de crear una familia, Rusia es el lugar perfecto para que críen a sus hijos. Hay excelentes colegios que han educado a generaciones de nuestra familia durante décadas, aquí no les faltaría nada —comentó Liubov bebiendo de su taza de té.

No. Nuestro matrimonio no sería reconocido aquí y tampoco nuestros hijos, así que preferimos vivir y criarlos en otra parte —respondió Lilith lo más diplomática que pudo.

Gavrel frunció el ceño sin decir una palabra y se levantó del sofá para retirarse al exterior de la sala sin despedirse ni mencionar que volvería. A los pocos minutos su esposa también se retiró, pero ella con una despedida simple y cortés a diferencia de su esposo. Al estar a solas, los cuatro liberaron la respiración que no sabían que estaban conteniendo.

Ferrara se puso de pie y acomodó su pelo para atrás, un signo de su evidente estrés ante la situación y arrepentimiento por haberse aferrado al viaje.

—Aysel, ¿estás bien? —preguntó Lilith preocupada.

—Sí, sí. Solo necesito tomar un poco de aire fresco, voy a salir un momento al jardín a relajarme.

—Pero está lloviendo —argumentó Julio mirando hacia el exterior.

—Hay una terraza techada antes del jardín —dijo Lilith—. Puedes estar ahí el tiempo que gustes. ¿Quieres que te acompañe?

Aysel le sonrió para tranquilizarla y negó con la cabeza. Siguió sus indicaciones y llegó hasta la solitaria terraza desde donde podía apreciarse el olor a tierra mojada y la niebla ligera que cubría todo el jardín, haciéndolo lucir como un misterioso lugar para explorar. Del interior de su abrigo, sacó un estuche plateado en forma de rectángulo que contenía un par de cigarrillos, cada uno con algunas marcas del labial de su novia, una forma de marcar territorio.

(Conversación en italiano)

Tus suegros realmente te odian, ¿no es así? —la voz de Nerea la hizo saltar del susto.

Sus nervios estaban muy sensibles y aquello la tomó por sorpresa. Llevó el cigarrillo a sus labios y lo prendió con el encendedor que había sido regalo de su novia.

Son los primeros que me conocen, así que no estoy segura de si es así con todos —respondió—. Además, hay algo que arruinó aún más mi relación con ellos...

¿Hablas de su desaparición y el teatro que hicieron sobre su muerte? —dijo sorprendiéndola—. Mi hermano mencionó algo cuando habló conmigo.

RENESSANS | Segundo LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora