Capítulo 45: Paz Temporal

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Drama is coming...

10 de Noviembre de 2023 4:30 pm, Ciudad de México.

Marco Ferrara.

Sus pisadas no dudaron en avanzar hacia el interior del baño del piso donde se encontraba Maite cuando los guardias de seguridad le informaron que ahí se encontraba su hermana. De pie frente al espejo rectangular, con las manos húmedas debajo del grifo del agua que corría a un flujo constante, Aysel lidiaba con las manchas de sangre en pequeñas gotas sobre su rostro las cuales intentaba quitar con un paño húmedo.

—¿Estás bien? —preguntó Marco. Sabía que la sangre no era suya por el video que mostraba a Maite escupiéndole a Ferrara, pero estaba seriamente preocupado por la mujer seria frente al espejo.

—No es mía la sangre —contestó Ferrara—. Se mordió el interior de la mejilla cuando empezó a sentir un dolor insoportable, se hizo una herida en el interior de la boca y me escupió.

—No hay riesgo de contagio, tu sistema inmunológico tiene las defensas necesarias para... —procedió a argumentar el mayor.

—Lo sé. No me preocupa, soy inmune —dijo terminando de limpiar su rostro con el paño húmedo que procedió a tirar al bote de basura.

Secó sus manos con una toalla de papel y acomodó su pelo como si fuera un día casual y no hubiera salido de una habitación con una paciente potencialmente peligrosa. Marco recordaba la herida en su espalda y lo acabada que se veía el día en que recibió una llamada del hospital solicitando su presencia porque Aysel había sido apuñalada. Los doctores le habían dicho en ese entonces que la puñalada fue lo suficientemente profunda para matarla, pero la persona que lo hizo, no quería hacerlo, por eso desvió el ángulo unos centímetros para mantenerla con vida.

—Estoy bien, Marco —aseguró al notar cómo la miraba, con pesar en sus ojos, con el temor de volverla a ver así, resquebrajándose en una cama de hospital mientras se intentaba explicar a sí misma lo que había pasado.

—¿Qué te hizo torturarla? —preguntó él—. Nunca te escuché hablar de venganza contra ella.

Su hermana se enderezó, desvió la mirada un momento, suspiró y se recargó levemente contra la barra de los lavabos del baño. No, ella no era la misma persona de antes, eso era claro. No solo eran los trajes hechos a la medida, el anillo de bodas, las cicatrices y los tatuajes que cubrían su cuerpo, Aysel era diferente.

—Habló de Lilith y de Levana —contestó la menor.

—Ohhh —soltó él entendiendo a lo que se refería—. ¿Qué fue lo que dijo?

—Ella sabe más sobre nosotras de lo que creí. Pensar que todo ese tiempo ha estado siguiéndome y observándome, me dio repulsión, una incontrolable que me hizo querer verla sufrir, aunque sea solo un momento por todos los años en los que tuve que pasar en terapia y sufriendo las consecuencias de los traumas. No estoy diciendo que todo lo malo que me pasó fuese su culpa ni que torturarla lo arreglará. Pero a veces, uno quiere sentir y tener en sus manos la oportunidad de regresar un poco del dolor que se siente. No quiero que alguna vez mi hija sufra lo mismo que su madre o que yo por personas como ella —contestó con voz firme, sin nostalgia ni arrepentimiento.

—Levana crecerá siendo feliz, Aysel —Marco acortó la distancia entre ambos hasta quedar a unos pasos de ella, con sus manos sobre sus hombros transmitiéndole seguridad—. Solo basta ver cómo la cuidan y la aman Lilith y tú para saberlo. Ella no tendrá la infancia que nosotros tuvimos, las tendrá a ustedes.

Ella asintió dirigiendo su vista a su anillo de bodas con el nombre de Lilith en el interior. Ambos entendían bien lo que significaba el compromiso y el matrimonio, a pesar de que solo la menor estaba casada. Marco no negaría que había deseado compartir un anillo de bodas con el amor de su vida, aunque él pareciera haber encontrado el suyo después de su separación. Para el mayor de los Ferrara, dejar ir era el mayor acto de amor.

RENESSANS | Segundo LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora