Capítulo 40: Besos sabor a Vodka

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Para los que participaron en el Q&A que hice en insta hace unas semanas. ¿Recuerdan que alguien de ustedes preguntó sobre la fantasía sexual de Lilith? Bueno, pues esa fantasía se hace realidad en este capítulo.

Procedan con precaución. Contenido sexual.

Ni siquiera tengo que explicar el título.

01 de Julio de 2022 10:05 am, Ciudad de México.

Lilith Romanov.

Despertó con la sensación de calidez en su espalda y un agarre fuerte en su cintura. Por instinto, bostezó dirigiendo su mirada hacia el agarre, no tuvo que removerse siquiera para saber qué se trataba de su esposa, pues nadie más en el mundo sería capaz de abrazarla con el mismo cariño y suavidad como ella lo hacía. Habían pasado un par de días desde la última vez que habían dormido juntas, por lo que esa sensación de comodidad y afecto resultaba sumamente reconfortante. Lilith había pasado los últimos días al pendiente de su hija y esposa, aunque no hablara más de lo necesario con esta última y no compartieran habitación. El hecho de solo limitarse a verla, acercarse continuamente para solucionar las cosas y que Lilith evitara tocar el tema, había sido desgastante para ambas, sobre todo para Lilith cuyo miedo y culpa le robaron el sueño.

Los recuerdos de la noche anterior eran claros, las palabras de Aysel, el discurso de Franco y el beso que se habían dado en el jardín después de que Aysel fuera detrás de ella. Desde entonces, la noche volvió a ser como antes, con besos suaves, caricias y el impulso de Ferrara por repetirle a cada momento que la amaba y que no había en el universo alguien más digna de ese amor que ella. Esas fueron las palabras que repitió de distintas formas hasta que Romanov se quedó dormida, abrazada a ella como si nada más importara.

Se giró para verle el rostro, pero cuando lo hizo, Ferrara despertó y su primera acción fue intensificar su abrazo y jalarla hacia sí para que no se fuera. Se quedó sin palabras cuando observó su reflejo en sus ojos, tan fijos en ella que alcanzaban su alma entera.

—Hola —fue la primera palabra que pudo articular después de que la conexión entre su cerebro y sus labios se restableciera. Era un inicio torpe y banal, pero aun así lo estaba intentando.

¿Qué más podía decir después de pasar la noche con la mujer de la que se había alejado dos días atrás? Lilith no sabía qué decir y estaba por entrar en pánico cuando Aysel respondió.

—Hola —contestó imitando su tono amigable, agregó una sonrisa suave y el tacto de sus manos hizo contacto con su pelo, pero fue el instante cuando la besó qué la dejó sin arma alguna para defenderse—. Buenos días.

Después de casi un año de matrimonio, varios años de conocerse en todo sentido, la timidez seguía vigente en ambas, en Lilith se materializaba cuando era incapaz de sostenerle la mirada sin sentir un cosquilleo en el pecho, cuando sus mejillas de porcelana se teñían de rosa y sus labios pedían más de esa inquietud placentera que solo Ferrara podía darle.

—Perdón por despertarte —la rubia se apresuró a disculparse por ser causa de que estuviera despierta—. Para empezar, yo no debería de estar aquí.

—Es tu hogar, soy tu esposa, es tu cama y tu habitación. No hay nada aquí que no te pertenezca, incluyéndome —contestó con un tono suave.

—Aysel, no tienes que preocuparte por... —Romanov intentó abordar el tema, sin embargo, Aysel la detuvo. Sabía lo que iba a decir, conocía el conjunto de palabras exactas para referirse a su propia persona de manera negativa,

—No, no digas que no debe importarme —pronunció antes de que Lilith pudiera continuar—. Estás en todo tu derecho de estar enojada conmigo, de pelear conmigo y de despreciarme por unos días si es lo que necesitas, pero tu pasado no te hace una persona menos valiosa, nada de lo que te pasó lo hace. Los últimos días he sentido tu ausencia sobre mi pecho, dejándome sin aire, haciendo mis latidos lentos y mis penas largas. Estoy amándote, Lilith, de todas las formas qué conozco y las que apenas estoy descubriendo.

RENESSANS | Segundo LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora