El sábado por la mañana, abrió los ojos ligeramente ante la ya conocida hora de despertar para él. Debía ir a trabajar todo el día debido a que no tenía clases.
Las cortinas no dejaban entrar mucha claridad, por lo que o era muy temprano o el cielo estaba completamente nublado.
Estiró su brazo para poder agarrar su teléfono sobre la mesita de noche y al percatarse de la hora, decidió que era lo segundo. Estaba nublado afuera.
A diferencia de muchos, él amaba la lluvia. Caminar debajo de ella y sentir las gotas resbalando por su rostro, era la mejor sensación de todas.
Tenía 20 minutos antes de levantarse, por ello, decidió envolverse nuevamente bajo las sábanas como un burrito y suspiró contento. Había frío, pero su manta lo mantenía caliente y en paz.
Observó a su alrededor y todo parecía irreal. Hace un día estaba en su apartamento, aquel que era helado, aquel que estaba casi vacío y por último, aquel que era gris y lo hacía sentir mal.
Tinnaphob había sido más que considerado al permitirle quedarse con él un tiempo, siete meses para ser exactos.
Se preguntaba, ¿Por qué aquel personaje era tan serio por fuera y tan frío por dentro?. Ahora que ya había hablado con él, sabía que no era malo y tampoco arrogante.
Muy bien, me equivoqué en ese aspecto. No es tan frío de corazón.
Sin embargo, seguía siendo muy reservado o quizás, era sólo con él. Tal vez lo había ayudado porque se sentía culpable.
Carajo, ¿Acaso sentía pena por él?
Que idiota.
No, no sacaría conclusiones apresuradas otra vez. Cerró los ojos decidido a descansar esos últimos quince segundos antes de que-
¡Mierda!
Se levantó de golpe y abrió la puerta de un portazo. Corrió hacia el baño y se arrodilló para poder devolver las ciruelas que había cenado la noche anterior.
Tan repentinamente como llegaron las ganas de vomitar, así también se fueron. Jaló de la cadena y se puso de pie. Se lavó los dientes y en el espejo pudo notar unos orbes oscuros que le observaban.
El pelinegro estaba recostado en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho y su rostro permanecía aún sin mostrar emociones.
-Lamento haberte despertado.
Él negó -Estoy bien. ¿Cómo te sientes?, ¿Estás mareado?
-No, todo en orden. Los mareos casi sólo ocurren a lo largo del día y tampoco es a diario que los tengo.
El mayor pareció pensarlo, pero asintió.
-Deberías dormir un poco más. Vuelve a la cama.
-De hecho, necesito ir a trabajar. ¿Te molesta si uso la ducha primero?
Tinnaphob frunció el ceño - ¿Trabajar?
-Si.
-No sabía que trabajabas.
-Bueno, es normal. Nunca lo mencioné.
-Ya no es necesario, ¿Sabes?. Aquí tienes todo lo que necesitas y el apartamento es mío, así que no debemos compartir renta.
El cantante parpadeó, abrió la boca y luego, la volvió a cerrar.
-No quiero ser una carga. Puedo ayudar con la despensa.
-No quiero que trabajes en tu condición. No sabemos si este proceso será peligroso para ti o para la criatura. Hasta donde sé, esto no es algo que pase todos los días.
-Estoy bien, aún no se me nota ni nada. Cuando tenga cinco o seis meses voy a dejarlo. Ahora, necesito trabajar y sentirme útil.
El pelinegro movió la cabeza con desaprobación y sus fosas nasales se agrandaron al suspirar pesadamente.
Al fin, una emoción.
-¿En dónde trabajas?
-En el Taller Mecánico FB.
-¡¿Un taller?!, ¿Eres estúpido o qué te pasa?
-A ver, a mí nadie me habla así. Baja tu tono de voz o me largo y hablas con mi espalda.
Tinnaphob parecía sorprendido, pero se repuso rápidamente.
-En un taller pueden pasar muchas cosas. Hacen fuerza, se cambian neumáticos pesados... ¿Necesito seguir?
-Yo sólo me encargo de los diagnósticos, para tu información.
Mentira.
El mayor se acercó a él, aún sin quitar los brazos sobre su pecho. Su mirada fulminante estaba fija en la suya y él se la devolvió sin titubear. O al menos, eso intentó.
Parecía una guerra en la que ganaba quien no parpadease. La tensión podía palparse a su alrededor, pero no le daría el gusto de salirse con la suya.
Suspiró -Muy bien, arréglate. Te llevaré.
Sin decir más, el futuro médico abandonó el baño, dejando a Gun totalmente descolocado.
Una sonrisa se apoderó de sus facciones y se sintió completamente realizado. Había hecho su voluntad y le había ganado una discusión a su... Compañero de apartamento.
Se dirigió a su habitación para sacar las cosas necesarias, buscó una mudada de ropa y después regresó al baño para poder tomar esa ducha.
Quizás se demoró más de lo que debía, el agua caliente se sentía tan bien sobre sus músculos, que pasó unos diez minutos bajo la regadera, disfrutando del agua cayendo y recorriendo su cuerpo.
Sabía que había estado mal, él más que nadie sabía la importancia de cuidar el agua. Sin embargo, no lo pudo evitar. No recordaba la última vez que tomó un baño con agua caliente o al menos que estuviese tibia.
Se cambió, arregló su mochila y caminó hacia la sala. Un dulce aroma llenó sus fosas nasales. Su estómago rugió tan fuerte que estaba seguro de que Tinnaphob lo había escuchado.
Cuando llegó al comedor, se sorprendió de ver a su compañero cocinando. Llevaba puesto un mandil y ya se había cambiado.
¿Tenía un baño en su propia habitación?
Debió adivinarlo.-Siéntate.
Así lo hizo y dos minutos después, el mayor puso un plato con panqueques, crema batida y fresas frente a él. Sus ojos se agrandaron y podía sentir que se la hacía agua la boca.
Fresas...
Amaba el sabor a fresa, aunque hacía ya mucho tiempo que lo había comido. Recuerda que de pequeño, la mamá de Por solía regalarle jugos y galletas de ese sabor.
Pero la fruta en sí... Jamás la había probado.
Agarró el tenedor, tomó la fruta y se la llevó a la boca.
Un chirrido se escuchó por toda la sala, provocando que la ceja derecha del mayor se levantara mientras tomaba asiento frente a él.
A Gun no le importó obviamente y cerró los ojos mientras masticaba. Lo dulce y ácido de la fruta era impresionante, delicioso y fascinante.
-Estás actuando como si nunca hubieses comido una fresa.
El pequeño dejó de masticar y abrió sus ojos. No dijo nada y el silencio fue prácticamente su respuesta.
-¿Nunca habías probado una fresa?
Se limitó a negar con su cabeza mientras seguía masticando.
-¿Quién en su sano juicio no ha comido fresas antes?
Gun se encogió de hombros -Aquellos que no tienen dinero para pagarlas supongo.
Evitó mencionar que aunque hubiese comida en el refrigerador, él nunca estuvo autorizado de abrirlo. Comía lo que su madre le daba y eso era todo.
Siguió comiendo y Tinnaphob no dijo ni una palabra más a lo largo del desayuno, lo cuál agradeció enormemente. Sin embargo, pudo sentir aquellos orbes oscuros sobre él en todo momento.

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Mío, Tuyo, Nuestro.
FanfictionUna noche borrosa deja tras ella uno de los sucesos más extraordinarios en la vida de una mujer, pero ¿Qué sucede cuando el receptor de tan ansiado regalo, es un chico? ¿Es algo bueno o malo? Dependerá de la manera en que lo mires. No soy dueñ@ de l...