La claridad de la luna se lograba colar por la ventana e iluminaba las pocas cosas que tenía en su habitación. Su ropero, la cama y su mesita de noche.
Apartó la vista del satélite, sólo para observar al chico que dormía a su lado. Por, había insistido en quedarse a dormir e inventó una torpe excusa para ello.
"Creo que va a llover, no quiero enfermarme"
Gun no era idiota, sabía que su hermanito temía que hiciera una locura en su estado emocional actual. Algo así como quitarse la vida.
Aunque estaba pasando por un momento oscuro, lleno de ira e incertidumbre, no iba a suicidarse. Su cabeza no estaba tan en el fondo como para pensar en eso como la única solución viable. No había luchado por vivir para matarse al final del camino.
Además, si se moría él, se moría la criatura dentro suyo y por más imbécil que fuese, no tenía el corazón para arrancarle la vida a un Ser que no tenía la culpa de nada.
No, debía haber otra solución.
Sin embargo, mientras más pensaba, más se hundía en la miseria. Recordar en dónde y como vivía le hacían ver que no podría llevar a cabo ese proceso sin ayuda.
No quería depender de nadie y mucho menos de Tinnaphob, pero no iba a cargar con el peso solo, no mientras la estrella del campus anduviera de aquí para allá como si nada.
Y si Tinnaphob se negase a ayudar, ya vería una manera de salir adelante, siempre lo hacía.
Primero, necesitaba establecer sus prioridades. Quería seguir adelante con el proceso y traer al bebé al mundo, pero no quería decir, que se quedaría con él.
¿Con qué recursos iba a criar a una criatura?, ¿De dónde iba a sacar para mantenerlo hasta sus 18 años?
La realidad era simple, no podía hacerse cargo de tan grande responsabilidad.
Es más, si lo pensaba desde otro ángulo, ¿Por qué debía decirle a Tinnaphob?, Después de todo, la criatura no se quedaría con él. No hacía falta que supiera del tema.
Es su progenitor, tiene derecho a opinar sobre el tema.
Oh, a veces realmente odiaba a su conciencia. Siempre tan santa y blanca. Tan correcta en sus opiniones a la hora de vivir su vida. Aquella era quien le prohibía hacer estupideces y lo incitaba a pensar antes de actuar.
Bueno, le debía su vida. Ella lo salvó en repetidas ocasiones.
Tenía razón, le diría a Tinnaphob y esperaría alguna sugerencia ante todo ese caos. Si no se involucraba, entonces él tomaría las riendas del asunto, haría sus decisiones a su modo y el mayor no tendría voz ni voto.
Regresó su vista a la ventana y nuevamente, la luna lo ánimo con su luz. Era hermosa y perfecta en el cielo. No debía preocuparse de nada ni de nadie, sólo se limitaba a observar a todos aquellos que dormían por la noche.
Por alguna razón, estaba resplandeciendo más que otros días y quizás, también estaba más grande.
Un lindo pensamiento, le hizo imaginar que la luna lo estaba reconfortando de maneral individual. Esa noche sólo eran ambos compartiendo secretos y penas. Esa noche, la luna maternal lo envolvía en su manto plateado para asegurarle que todo iba a estar bien.
Se sintió cálido por primera vez en más de 24 horas. En serio necesitaba tomar las riendas de su futuro, porque lo que pensó seguro en su vida, poco a poco se estaba evaporando en sus manos.
No es mentira cuando te dicen que la vida da mil vueltas, te sacude, te arrastra y no te deja en paz hasta que alcanzas tú destino. Aquello por lo que naciste, eso que te hace especial y diferente.
¿Qué lo hacía diferente?
Hasta el momento, la respuesta era bastante clara y no se limitaría a dedicarle un pensamiento a lo que era más que obvio.
Aunque Por ya había asegurado que no era cierto, la idea de ser un fenómeno seguía dentro de su cabeza. La palabra le carcomía en maneras que no podía expresar verbalmente.
Quizás, era porque reafirmaba lo que su madre siempre había dicho de él y lo que su persona había negado miles de veces frente a ella. Él era común y corriente.
No, no lo eres.
Si. La verdad era que no. Nunca lo había sido. En el fondo quizás lo sabía, pero llevarle la contraria a Gim siempre se había sentido bien, porque darle la razón era aceptar no sólo eso, sino todas las demás cosas que ella siempre le decía.
"Eres un bueno para nada", "Te hubiera abandonado en el hospital en cuanto naciste", "Con sólo ver tu cara supe que me traerías problemas", "Afeminado" , "¿Por qué no fuiste por mi ropa? Carajo, eres tan inservible".
Y los recuerdos seguían y seguían. Su odio por ella aumentaba al recordar cada lágrima que había derramado. Cada moretón y cicatriz que se habían quedado gravadas en su cuerpo.
Recuerda rogarle a Por que no le dijera nada a su mamá, porque si lo apartaban de Gim, no volvería a ver a su mejor amigo. Lo hubiesen llevado a un hogar temporal, lejos de él y de la única familia que había conocido.
No. Prefirió aguantar todo hasta tener la edad suficiente y abandonar a su madre. De esa forma, Por seguiría a su lado en la nueva vida que había planeado desde los diez años.
Se cuestionaba, ¿Qué pudo haber hecho en sus vidas pasadas que fuese tan malo?, ¿Acaso había asesinado a alguien?
¿Por qué no podía vivir como un tipo normal de 18 años?
Suspiró cansado.
Se recostó nuevamente, llevó la sábana hasta su barbilla y se hizo una bolita en la cama. Quería dormir y dejar de pensar un rato en lo que podría ser de su futuro.
Una cosa era muy cierta y era que asumiría las consecuencias de sus descuidos. Debía hacerlo, Guntaphon no se rendía fácilmente.
En unas horas tenía clases y debería pisar el mismo territorio que Tinnaphob, esperaba tener las palabras correctas para explicarle y hacer un buen resumen de lo que había dicho el Dr. Note.
Se abrazó a sí mismo bajo las sábanas.
Por alguna razón, se sentía nervioso. No entendía el por qué. Era simplemente Tinnaphob, el idiota popular del campus.
Nada más.
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Mío, Tuyo, Nuestro.
FanfictionUna noche borrosa deja tras ella uno de los sucesos más extraordinarios en la vida de una mujer, pero ¿Qué sucede cuando el receptor de tan ansiado regalo, es un chico? ¿Es algo bueno o malo? Dependerá de la manera en que lo mires. No soy dueñ@ de l...