XV

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La semana recién había comenzado y ya se encontraba realmente agotado. Las asignaciones para sus exámenes prácticos lo estaban matando y eso, que todavía no las había empezado. Se limitaba a escuchar todo el trabajo que debería preparar.

Era de esperarse, el semestre estaba a punto de terminar y los licenciados que dejaron todo a último momento, andaban exigiendo tareas para completar la zona.

Eso quiere decir, que no sólo tenía que presentar sus exámenes, sino que también necesitaba cumplir con las últimas tareas.

Su cabeza era un completo lío, su mente estaba centrada totalmente en pasar de semestre y si era sincero, el bebé ya había pasado a tercer o cuarto plano.

A veces, lo olvidaba. Lo único que se lo recordaba, era ver a Tinnaphob ingresar al apartamento, el que ambos compartían. Entonces, eso lograba despertar su cabeza y podía recordar el motivo de su estadía allí.

Si no era Tinnaphob, entonces eran vómitos y mareos, los que le traían de vuelta a la realidad.

Se preguntaba, cuánto más podría ir a estudiar sin que su estómago se notase. Bueno, hasta ahora parecía normal. Seguía plano.

Después de todo, tenía sólo 10 semanas y media.

Se recostó sobre su cama unos momentos para tomar fuerza de voluntad. Debía ir a estudiar, no podía faltar.

Me siento cansado

Debía seguir. Necesitaba hacerlo, si es que quería graduarse y ser alguien en la vida. Si deseaba tener un futuro concreto, debía estudiar.

Se puso de pie, agarró su mochila y abandonó la residencia. Tinnaphob tenía razón, únicamente eran 4 cuadras de camino hacia la universidad. Algo que agradecía enormemente.

Al llegar, se sentó en la mesa de siempre a esperar a sus amigos. Últimamente, había estado llegando temprano y todo era gracias a que ya no debía recorrer más de diez cuadras de camino.

Uno a uno, los miembros de Chinzhilla se fueron sentando a su lado hasta terminar con Por, quien lo abrazó y saludó con mucho cariño.

La plática fue la misma de siempre. Necesitaba introducir optimismo en los cuerpos pesimistas de sus compañeros. Iban a lograr terminar el semestre sin ningún rasguño.

O eso esperaba.

Al sonar el timbre, cada uno se levantó de sus lugares y caminaron hacia el edificio. Todo era como una estúpida rutina, más no podía quejarse, era una universidad después de todo.

Estaban allí para aprender, no para haraganear.

-Guntaphon, necesito que vaya a traer los libros que están en el salón C. Los olvidé allí.

¿Disculpe?

-Oh, umm seguro.

Abandonó el salón y se dirigió al lugar que el licenciado le había indicado. No podía creer que se le hubiesen olvidado 30 libros y que además de eso, lo mandara a él por ellos.

¿No tenía piernas para hacerlo el mismo? ¿Huh? ¿Sus brazos estaban mal?

Llegó al dichoso salón C, ubicó los libros y agradeció al cielo que eran delgados, pero cuando se acercó, se dio cuenta que ni siquiera eran de su clase.

Los estúpidos libros eran del segundo año.

Respiró frustrado. El que fuesen delgados, no significaba que dejasen de ser 30 mágicamente.

Tomó la pila de libros en sus brazos y abandonó el salón estando completamente ciego del camino. No podía ver nada por más que girara su cabeza buscando un ángulo cómodo.

-¿Necesitas ayuda?

¿De quien era esa voz? No podía ver nada.

-Um, no gracias. No pesan. Lo tengo bajo control.

-Seguro, creo que eso es más que notorio -el chico rio de su propio comentario -Vamos, déjame ayudarte.

Gun sintió que la mitad de la pila, era retirada por un par de manos. Luego, cuando su rostro estuvo libre y sus ojos también, pudo reconocer al joven.

Oh, esa sonrisa.

-Gracias, Mark - agradeció tímidamente. Su voz había descendido y sonaba muy pequeña. Apenas fue un susurro.

-Ni lo digas, pero ¿Por qué tienes estos libros? Son de mi clase.

-El licenciado Cass me mandó por ellos. Supongo, que los confundió con los nuestros. No importa, gracias por la ayuda.

-Ya te dije que no es nada - el tipo le sonrió, con esa dentadura perfecta y blanca -¿En dónde está tu clase Gun?

Oh, él sabía su nombre. Su corazón brincó un centímetro y estaba seguro que el rojo de sus mejillas era más notorio que antes.

-Tercer nivel.

-Muy bien, vamos.

El chico comenzó a caminar y Gun se apresuró para seguirle el paso. Sus piernas eran largas y por ello, caminaba algo rápido.

-Cuéntame ¿Disfrutando tus exámenes?

-Oh, no lo recuerdes. Es una pesadilla.

-Lo sé, al menos no estás en medicina. El primer año, fue un completo desorden.

Cierto, Mark estaba en segundo año. Eso quiere decir que es mayor que él.

-Me imagino- respondió desviando su vista del chico.

Mark era tan diferente a los chicos que usualmente le sonreian. Ellos buscaban algo tras el gesto. Éste hombre se limitaba a ayudar a todos de una manera educada.

Lo sabía, porque lo había visto y también escuchado de muchos de sus compañeros.

¿Por qué no se juntaba con los de medicina en el campus? Él era igual de popular que ellos, pero diferente.

Mark era diferente.

-Muy bien, henos aquí.

El cantante levantó la vista para enfocar el ya conocido A en la puerta ¿Habían llegado ya? ¿Tan rápido?

-Oh, por supuesto. Puedes poner los libros otra vez en la pila . Dámelos.

-Podria entrar contigo, no me molesta.

-Está bien. No quiero que Cass comience a hablar incoherencias. De por sí ya me ve como un inútil.

Gun sonrió y Mark también.

Dejó los libros encima de los otros y simplemente, empujó la puerta para que el vocalista pasara.

-Gracias, otra vez - susurró, antes de comenzar a caminar hacia el frente.

-De nada, Gun. Cuando gustes.

No lo vio, pero pudo sentir la sonrisa detrás de sus palabras. Ingresó al salón, dejó los libros frente a Cass y se sentó de nuevo en su escritorio.

La clase siguió como de costumbre, pero el menor no podía dejar de pensar en la sonrisa de aquel chico que lo había ayudado. Uno al que ya conocía, pero no sabía, que el conocimiento era mutuo.

Sonrió con su corazón latiendo lenta y dulcemente dentro de su pecho.

Mío, Tuyo, Nuestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora