XXXII

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A la mañana siguiente, abrió los ojos ante la luz que se colaba por las cortinas negras, su cuerpo aún estaba envuelto en las sábanas rojas y la suavidad de la tela, se sentía exquisita contra la piel descubierta de sus brazos.

Todo habría sido maravilloso, si no se encontrara solo en aquella cama por tercera mañana consecutiva ¿En dónde estaba Tinn?

No podía haber ido a la universidad, era sábado y no había cursos aprobados para los alumnos, al menos no para sus facultades ¿Se había ido a reunir con esa persona (estudiante) a la que no conocía en lo absoluto?

Ya había dejado el tema atrás, pero no podía evitar volver a ponerlo sobre la mesa ¿Qué hacía Tinn todas las mañanas antes de que iniciaran las clases? La posibilidad de que se viera con Khajorn a escondidas, aún le resolvía el estómago.

Estúpido y santurrón Khajorn.

Siempre mostrándole esa sonrisa inofensiva a medio mundo, buscando hacer lo correcto en lo más mínimo. Los chicos con esa actitud le molestaban de gran manera.

Sólo estás celoso del pobre chico...

Y la respuesta, era sí. Sí lo estaba.

¿Para qué seguir negándolo?

Suspiró pesadamente.

Por otro lado, no debía preocuparse por eso, fuese cual fuese el motivo, Tinn tenía novio y era su servidor, así que, no se pondría celoso por eso, el mayor no era una persona mala o insensible, al menos, no con él.

De un momento a otro, escuchó pasos acercándose, se hicieron más fuertes hasta que pudo observar a una figura atravesar el umbral de la puerta. Tinnaphob seguía con la pijama puesta y su cabello, estaba perfectamente revuelto. En sus manos, traía una bandeja de madera.

Era una vista agradable. Es muy apuesto.

Una sonrisa apareció en su rostro y colocó la tabla con comida sobre la mesita de noche. Había fruta, huevo, panqueques y un vaso con jugo de naranja.

Se veía delicioso. Tinnaphob pasó completamente a segundo plano.

Se sentó lo más rápido que pudo y se recostó sobre el respaldo de la cama. Acomodó una almohada sobre sus piernas y esperó pacientemente a que Tinn le colocara la bandeja sobre ellas.

Respiró hondo, disfrutando del aroma que se colaba por sus fosas nasales y su estómago rugió con fuerza ante la premisa de tan delicioso desayuno.

Ya sé, ya voy.

Tomó el tenedor en su mano derecha, cortó un trozo de panqueque y lo llevó a su boca, estaba a punto de masticar cuando escuchó el carraspeo de una garganta a su lado.

Giró la cabeza y se encontró con el pelinegro, estaba sentado a su lado con ambas cejas levantadas. Tragó lo más rápido que pudo.

-Oh, sigues aquí.

-Primero que nada, buenos días a ti también y segundo, por supuesto que sigo aquí.

-Lo lamento, no deberías esperar tener mi completa atención cuando hay comida frente a mí, esa fue una mala jugada de tu parte.

El estudiante rodó los ojos, buscando mostrar su molestia, pero se rompió rápidamente al ver la manera tan hambrienta en la que el menor se estaba alimentando.

-No puedes enojarte conmigo - masculló mientras masticaba felizmente.

-Si puedo y lo he hecho antes, sin embargo, me pongo en tus zapatos.

Gun hizo una pausa para beber del vaso con jugo. Limpió su boca con una servilleta y giró su rostro nuevamente para observar los orbes del mayor.

Eran tan cálidos, algo totalmente diferente a la mirada que le dedicó el primer día en que interactuaron, ¿Era posible caer rendido a los pies de alguien, tan rápido?

Mío, Tuyo, Nuestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora